San Columbano, una creatividad que continúa hasta nuestros días
San Columbano murió en el año 615, luego de una vida larga dedicada a la fundación de monasterios en lo que hoy es Francia, Suiza e Italia.
A los 40 años, dejó el monasterio de Bangor, en Irlanda y cruzó el mar con doce compañeros, para ser misionero en el continente europeo. San Columbano surge en la Edad Media como monje que tiene una misión, lleno de fe, contemplativo, auténtico y audaz.
El Papa Benedicto XVI lo llama “al padre de Europa”, no sólo porque contribuye a la formación cristiana de Europa, sino porque también, de su estilo de vida en la fe, nació un nuevo Sacramento: la Reconciliación.
Es un santo para nosotros, hoy
En nuestro país, los Padres de San Columbano, inspirados en la vida y espíritu de su santo patrono, continúan hoy con su labor de servicio a las diócesis de nuestra iglesia.
Desde los años 1950, más de 100 sacerdotes y misioneros laicos, han fundado parroquias y capillas en las poblaciones de un Santiago que crecía más allá de las posibilidades del clero diocesano de crecer con él. En esos años, miles de laicos se capacitaron para trabajos pastorales en los cursos y jornadas que plasmaron las orientaciones pastorales de la época. También peregrinos, como San Columbano, estos misioneros también trabajan entre los pobres de distintas regiones de Chile.
Hoy, los Padres de San Columbano envían a sacerdotes y laicos chilenos a otros países para continuar con el trabajo pastoral iniciado hace 1400 años por este gran santo patrono: Columbano.