Ante una Catedral Metropolitana repleta se realizaron los funerales del Padre Alfonso Baeza, reconocido defensor de los Derechos Humanos en Chile, cuya labor tuvo bastante cercanía con la Sociedad Misionera de San Columbano, razón por la que varios de sus integrantes concurrieron a brindar el último adiós agradecido a una persona que además de sacerdote es un amigo.
Así lo refleja en sus palabras el Director de la Sociedad Misionera de San Columbano en Chile, Padre Álvaro Martínez, quien comentó que «para nosotros es una gran pérdida, Alfonso es un amigo nuestro, acostumbraba a visitarnos y era cercano a muchos de nuestros hermanos y hermanas columbanos. Nos dio testimonio y nos enseñó a dar testimonio sobre todo con el mundo más pobre, con el mundo laboral y comprometió la vida desde el evangelio».
Además, destacó que «con su sencillez nos inspiraba a seguir el proceso de evangelización y sin duda es una pérdida para la iglesia y para el país, porque no hay muchos referentes que nos muevan y nos conmuevan a vivir desde el Evangelio. El fue capaz de mover a un país entero en defensa de la libertad y la igualdad. Es una pérdida para Chile».
Otro testimonio importante de nuestra Sociedad la entregó el Padre Pedro Hughes, actual vice director de los Padres Columbanos en Inglaterra y quien estuvo en Chile durante 27 años trabajando en varias parroquias y que fue director de los Columbanos en Chile.
Hoy de visita en Chile se enteró de la muerte del padre Alfonso Baeza, a quien quería contactar para poder almorzar durante los próximos días.
«Era un hombre muy humano, muy entregado. Se fue a vivir en un sector muy pobre en la zona sur, aunque él venía de una familia acomodada. Era un hombre de muchos valores y sobretodo defendió a la clase trabajadora durante la dictadura y por ello se hizo tan querido cuando llegó la democracia de nuevo a Chile. Era muy humilde, y muy comprometido con los pobres y trabajadores», señaló.
Incluso, el Padre Pedro se animó a relatar cosas más íntimas de los encuentros que sostenían cada cierto tiempo. «El nos venía a visitar de vez en cuando y le gustaba tomar su copa de pisco sour. Siempre visitaba nuestra casa y nos compraba calendarios y él fue uno de los clientes más importantes y el regalaba esos calendarios a toda su gente. Yo también lo iba a visitar y lo ayudaba con varias cosas en las parroquias donde él estaba. Para nosotros los Columbanos es un ejemplo de compromiso», afirmó.