Hace varias semanas comencé el camino de las visitas oficiales a nuestras comunidades en la región de Chile, como lo señala nuestras Constituciones:El director de la región tiene por tarea visitar formal y oficialmente cada una de las comunidades Columbanas un vez al año. Este año elegí hacerla durante el tiempo de verano, justo antes del encuentro mundial de directores regionales y coordinadores de unidades misionales.
Este recorrido que comenzó en la Unidad Pastoral Sagrada Familia de Valparaíso, siempre estuvo sostenido de un espíritu de acogida de parte de mis hermanos y hermanas; en cada uno de las comunidades pude compartir la fraternidad Columbana.
En cada comunidad me he encontrado un grupo de misioneros Columbanos llenos de esperanza, disponibles a compartir su fe y con mucho proyectos por completar. Todo estos son signos de vida. Este peregrinar de encuentros con los miembros de la region, me ha confirmado una vez mas lo importante de nuestro servicio misionero y evidencia claros signos que la misión de Jesucristo da mucha vitalidad a cada una de nuestras casas y comunidades.
Sin embargo, estas conversaciones también abrieron preguntas e interrogantes de cómo vamos a completar proyectos: construcción de nuevas capillas, reparaciones de templos y quizás lo más importante, el cómo vamos a llevar adelante tantas necesidades pastorales que se nos presentan en los desafíos del día a día. Porque hoy más que nunca se cumple la palabra que la mies es mucha y los obreros pocos. Por eso los invito a confiar en la palabra de Jesús que invitan a Orar para que el Padre envíe santos obreros a su Viña.
Terminé las visita oficial en la casa de formación para seminaristas Bobbio, unos días antes había celebrado la misa con ellos, que gran alegría celebrar la Eucaristía con nuestra comunidad más joven y que generosamente compartió sus alegrías y experiencias misioneras, haciéndome sentir sus deseos de consagración a Dios; a través, de la vida misionera Columbana.
Quisiera terminar este compartir con algunas palabras que dije durante la misa a los seminaristas: Ustedes son hombres llamados por Dios a consagrar sus vidas a la evangelización, no olviden, Dios es nuestro centro.
Seamos de Cristo
P. Alvaro Martínez, ssc