Supongamos que por estos días un extranjero visita nuestro país por primera vez, sin conocer mucho de su gente ni de su historia.
Llega a Chile el 4 de septiembre y en las noticias descubre que el suceso más importante del día, es la muerte de un músico pop de los años 90, por tanto, supone que su contribución al país debió haber sido muy grande y encuentra lógico ver en las calles cerca de La Moneda pequeños grupos de personas que caminaban con ofrendas florales. No entiende mucho la relación de este suceso con algunas protestas fuera de algunas universidades que también fueron mostradas en las noticias, ni menos con un breve comentario sobre la conmemoración de los 44 años de la elección de un ex presidente que aparecen como noticias menores (al parecer las flores eran para él).
Los días siguientes 2 cosas le llaman la atención: primero, toda la propaganda es festiva, habla de un 18, asados, cueca, fondas y otras cosas que no entiende mucho, pero parece que tiene que ver con una gran celebración, ahí descubre que lo que se prepara es el día patrio y se siente contento de poder estar aquí para celebrarlo, sin embargo, le parece que el clima festivo se da más en la TV que en las calles, la gente se ve tranquila no con el espíritu de fiesta que se apoderaba de la pantalla. Quizás es lógico piensa, ya que en la TV también, los políticos se pelean ferozmente hablando de que hay que cambiar todo (o nada), empresarios acusados de robar grandes sumas y sin embargo sólo se aplicaban multas negociadas, los trabajadores se preocupan del aumento del desempleo, los empresarios de la falta de energía y de la crisis económica, etc. Por lo que escucha parece un país al borde del caos con una gran división, una mirada de un país muy distinta a la que él había oído. La verdad es que esta un poco desconcertado, pues todo lo que ve es muy distinto a lo que escucha.
Llega el día 7 y una gran marcha por los derechos humanos camina pacífica y ceremoniosamente por las calles de Santiago, después se entera de algunos incidentes al finalizar, pero le parecen menores, al parecer las divisiones no son tan grandes piensa. Después de un tranquilo fin de semana, el día lunes transcurre con normalidad, sin embargo al almuerzo, descubre no sin temor, que el que él creyó el país más seguro de Latinoamérica, no lo es, han estallado una bomba en el metro y parece que los que hablaban de caos y la división tienen razón. Mira nuevamente las noticias y no se extraña de los llamados a la unidad, la seguridad, la aplicación del rigor de la ley, etc. que se hacen en todos los canales y por todos los entrevistados, ni de las discusiones en torno a la necesidad de reactivar mecanismos de control y espionaje interno y dotar a las policías de más recursos. Lo que sí le llama la atención es que el día después, todo parece normal nuevamente, se nota algo de temor, pero nada de la paranoia que parece haberse instalado según la prensa. Otra vez lo que ve no coincide con lo que escucha.
Conversando con la gente el día 10 descubre que hay cierta tensión en el aire y todos se preparan para el 11, es como si algo tremendo fuera a pasar, la gente hace planes para irse temprano a las casa, se habla de planes de contingencia para el transporte, el cierre de los colegios y universidades, la policía preparando el armamento, y los medios hablando del mapa de las zonas de conflicto. Busca algo de historia y se informa de los sucesos de 1973 en adelante y asume que aún existen fuertes divisiones y que este no es un pueblo que pueda aún caminar o celebrar juntos. En el hotel le instan a quedarse ahí durante el día, pero él sale a recorrer, y si bien siente la tensión, no pude ver nada en el centro que de cuenta de tamaña división. Es más, las calles están tranquilas, ve gente marchando, ceremonias de conmemoración, pero nada tan terrible como lo que él espera. Al día siguiente se entera de algunos incidentes en poblaciones y lee en cada periódico el balance de la noche más terrible del año, que sin embargo a su parecer es como si eso fuera en otro país. A su parecer es como si hubiesen 2 países distintos conviviendo en uno solo, pues en el hotel y la zona en que él esta nada sucede y los rumores de las poblaciones en acción parecen venir desde muy lejos. El 12 la gente nuevamente esta en calles y trabajos con absoluta normalidad. Lo que le llama la atención es que ahora si parece que la fiesta se instaló, ahora la gente si expresa esa sensación de alegría y celebración que los medios proclaman. Es como si la fiesta empezara después del 11, ahora las noticias sólo hablan de las picaas, de los espectáculos del 18, donde celebrar, donde comer, del terremoto, de las empanadas, de los trajes, etc. Él, no entiende nada, ahora toda la gente parece unida, los mismos que salía en TV días antes discutiendo acaloradamente, ahora bromean, comparten celebraciones, hablan del sentimiento profundo de unidad y amor a la patria, se ríen de cómo bailaban unos, de cómo se visten los otros, todo es fiesta.
El fin de semana largo del 18 siente que el país se paraliza, nunca ha visto ni olido tanta carne en el asador, ni gente dedicada una semana entera a comer, comer y tomar, y luego volver a hacerlo. No entiende muy bien que es ser chileno pues va de un lado a otro y cada celebración es distinta, en algunas se trata de cuecas, caballos, trajes de huaso, etc. En otras de cumbia, volantín, tomatera. Ve misas muy formales, otras a la chilena muy festivas, desfiles militares con gallardía y mucho orgullo. La gente está feliz, es como un gran carnaval pero sin ningún evento central ni orden.
Se va a su país el día 24, no sin antes constatar que el día lunes 22 ya todo ha vuelto a la normalidad. Su sensación es que esta semana de 18, ha estado en un espacio de tiempo fuera de la realidad. La verdad es que pensándolo bien, esa sensación no sólo es con esa semana, sino durante toda su estadía en un Chile.
No sabe si es la época del año, pero esa sensación de sentir un pueblo que pasa de un estado de animo al otro extremo en solo un par semanas y luego de vuelta, le parece lo más raro que ha experimentado en su vida. No sabe si pensar que los chilenos/as son bipolares, o bien que los motivos de celebración son tan escasos, que cuando pasan, es como si nada de lo que es normal en sus vidas existiera. Quizás los y las chilenas son un pueblo que vive cada día con sus propios afanes, y por tanto la fiesta, la división, la alegría y el temor se vivencian cuando corresponde y no necesariamente expresan la realidad de este pueblo. O quizás esa es su realidad, un pueblo con una identidad dispersa, con muchas diferencias entre sus habitantes no solo económicas, sino también en la formas en que miran su patria, su ser y su futuro.
Salgamos ahora de esta supuesta visita y pensemos nosotros en cómo veríamos nuestra patria en este mes si pudiésemos mirarnos desde fuera, en cómo interpretaríamos a un país viviendo con tanta diferencia de ánimos estas 2 semanas que transcurren entre el 4 y el 20 de septiembre, qué podemos decir de nosotros mismos y que podemos decir pensando en nuestro futuro. ¿cuál es la patria que construimos?, y ¿cuál es la que queremos construir?
Es difícil dar respuestas a estas preguntas cuando muchas veces ni siquiera nos preguntamos que es para nosotros, nosotras ser chilenos.
Entonces juntos con desearles una felices y saludables fiestas patrias, les queremos invitar a repensar en la patria y a, desde nuestra mirada de católicos comprometidos con ella, pensar en como servirle para que sea prospera y un lugar de sustento, justicia, paz, acogida y refugio para todos sus hijos e hijas.
Oficina de Justicia, Paz e Integridad de la Creación.
Sociedad Misionera de San Columbano.