Vivir este momento en comunidad hace que mi vocación se vaya plenificando, que el llamado de Dios se vaya enriqueciendo aún más. Estar con la gente es el llamado día a día. Este sentimiento llena el corazón del seminarista Rafael Ramírez durante estas semanas. Vivir en y con las comunidades su ordenación diaconal es sólo el reflejo de lo que ha sido su formación misionera columbana de entrega y servicio.
Este 24 y 25 de abril Rafael, su familia y las comunidades columbanas de la región de Chile viviremos su agregación permanente a la Sociedad Misionera de San Columbano y su ordenación diaconal.
El viernes 24, en una ceremonia privada de los columbanos junto con su familia directa, se realizará la agregación permanente (votos perpetuos) a los padres de San Columbano. En tanto, el sábado 25 de abril es la ordenación diaconal, que se celebrará en la parroquia Santo Tomás Apóstol de La Pintana a las 19:horas. Eucaristía que será presidida por Monseñor Pedro Ossandón, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Santiago.
Dialogar con Rafael en estas semanas previas nos lleva a recorrer su camino vocacional, su tiempo de formación en Perú, Corea, Estados Unidos y nuestro país. Es hacer visible la misión de los columbanos en el mundo y en el Chile de hoy, en las periferias de la sociedad y junto a los más necesitados.
Para Rafael lo que viviremos a fin de mes en La Pintana es un paso importante dentro de mi formación, son momentos que uno debe ir viviendo. Confío que el tiempo como diácono será una experiencia significativa y que marcará mi vida de aquí en adelante. Tengo algo de nerviosismo en la forma en que voy a ejercer este ministerio, ya no es solo estar en el altar como acólito, ahora será un rol más protagónico. Estoy ansioso de entregarme por entero en este servicio e involucrarme con la comunidad donde sea destinado. Para Rafael ser Columbano es una forma de vivir el diaconado, es servicio, es entrega, es compartir.
El ser misionero Columbano plantea alegrías, dificultades y desafíos en la misión, Rafael así lo sabe y expresa, la vocación misionera se vive en la disposición que uno tiene al cambio y se toma en el espíritu de las cosas diferentes que uno va a vivir. Creo que desde mi experiencia misionera y de formación en estos 10 años voy a poder compartir y alimentarme de la propia vivencia de las comunidades donde este. La formación de los Columbanos prepara la experiencia futura de los misioneros, cuando fui a Corea, gracias a la experiencia previa que viví en Perú y Estados Unidos, realmente sentí que tenía herramientas para enfrentar una nueva cultura, un nuevo idioma. El ser Columbano nos prepara a enfrentar esas dificultades más de fondo que se van a encontrar y poder así vivir la misión, conocer gente, nuevas culturas, nuevas formas de creencias, amigos y familias nuevas, señala Rafael.
En algunas semanas será la agregación permanente y la ordenación diaconal. La ceremonia del 24 de abril es muy significativa para Rafael, creo que será el momento en que me sentiré más Columbano que nunca, ya no eres estudiantes, aunque siempre nos han inculcado que somos todos hermanos, este va ser el momento en que pase a ser parte, me sienta y sea más Columbano que nunca.
La ordenación diaconal se celebrará en la parroquia Santo Tomás Apóstol de La Pintana, una comunidad que ha marcado la experiencia misionera en Chile de Rafael, he podido conocer a la gente, he entablado relaciones más cercana con los papás, jóvenes y niños. Me he involucrado mucho en el trabajo pastoral en las comunidades. Es un lugar donde me siento a gusto, parte de esa comunidad me siento en familia, cuenta con alegría Rafael.
Por lo anterior, para el seminarista Columbano, celebrar la ordenación en La Pintana es, creo, el mejor lugar donde puedo compartir este momento, con personas que han sido significativas en mi caminar misionero e importante en mi formación.
Rafael compartió un mensaje a los jóvenes a quienes se encuentran en un camino para discernir su vida:
Creo que como toda experiencia de vida discernir la vocación es la más necesaria del ser humano, discernir para lo que estoy llamado, para lo que Dios me quiere en la vida y para lo que yo estoy llamado a ser feliz. Entregar lo que soy, entregar mis dones. Si alguna joven o algún joven siente este llamado o siente que su vida puede tener este camino hacia la vida consagrada, sacerdotal o misionera dentro de la Iglesia Católica, es bueno arriesgarse. Cuando uno es capaz de preguntarse y preguntarle a Dios para qué es lo que me llamas la vida adquiere sentido. A veces uno tiene miedos o inseguridades, pero cada vez que oro y pienso en mi historia vocacional, de cuando sentí el llamado y como veo mi vida, ahora tiene sentido en lo que soy, en el sacerdocio misionero, tiene sentido como Columbano, tiene sentido en el servicio, tiene sentido estar con la gente que más necesita, acompañar y dejarme tocar por la vida de los demás.
Para finalizar Rafael agradeció a quienes han sido parte de este caminar misionero:
«Agradezco sentir la oración de las personas, el acompañamiento, sentir la vida en comunidad hace que mi vocación se vaya plenificando, que el llamado de Dios se enriquezca aún más. Estar con la gente y seguir con la gente es el llamado día a día para compartir el mensaje de amor de Dios y entregar más dignidad a la gente.
Me siento bendecido por todas las personas que han sido y que son parte de mi vida. Cada vez que uno va de misión, vive una experiencia nueva, hay muchos miedos e inseguridades pero al final cuando terminas esa etapa el más bendecido es uno mismo. Este 25 de abril nos reuniremos para dar gracias a Dios por mi vocación y el llamado para seguir en este camino misionero».