Después del rezo dominical a la Madre de Dios y del responso por los difuntos, el Papa Francisco, ante la tragedia de los prófugos que huyen de la muerte, ha pedido, con un apremiante llamamiento, el testimonio concreto y tenaz del Evangelio de Cristo, en proximidad del Jubileo de la Misericordia.
Cada parroquia, comunidad religiosa, monasterio y santuario de Europa, empezando por la diócesis del Papa y el Vaticano acoja a una familia de prófugos:
«La Misericordia de Dios se reconoce a través de nuestras obras, como nos ha testimoniado la vida de la beata Madre Teresa de Calcuta, cuyo aniversario de muerte recordamos ayer.
Ante la tragedia de decenas de miles de prófugos que huyen de la muerte por la guerra y el hambre y están en camino hacia una esperanza de vida, el Evangelio nos llama a ser prójimos de los más pequeños y abandonados. A darles una esperanza concreta. No sólo a decir ¡ánimo, paciencia! La esperanza es combativa, con la tenacidad de quien va hacia una meta segura.
Por lo tanto, en proximidad del Jubileo de la Misericordia, dirijo un llamamiento a las parroquias, a las comunidades religiosas, a los monasterios y a los santuarios de toda Europa para que expresen lo concreto del Evangelio y acojan a una familia de prófugos. Un gesto concreto en preparación del Año Santo.
Cada parroquia, cada comunidad religiosa, cada monasterio, cada santuario de Europa hospede a una familia, empezando por mi diócesis de Roma.
Me dirijo a mis hermanos Obispos de Europa, verdaderos pastores, para que en sus diócesis sostengan este llamamiento mío, recordando que la Misericordia es el segundo nombre del Amor: Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo (Mt 25.40)
También las dos parroquias del Vaticano acogerán en estos días a dos familias de prófugos»