Cuando todas y todos nos preparábamos una vez más a celebrar nuestra patria, la madre tierra se encarga de recordarnos que nuestra identidad no es sólo historia o cultura, ni sólo cuecas empanadas y chicha. Sino que también nuestra alma nacional esta marcada por un territorio y este territorio se mueve y nos mueve constantemente como acaba de ocurrir en la Región de Coquimbo.
Los terremotos son parte de nuestra cultura y han ido moldeando a lo largo de la historia nuestra identidad, recordándonos nuestra fragilidad ante la fuerza de la Creación. También nos recuerda que muchas veces no escuchamos su sabiduría y volvemos a repetir los mismos errores construyendo en donde no debemos o privilegiando lo económico por sobre la seguridad y en muchos casos por sobre la vida. Por eso esperamos y rogamos a Dios que las comunidades asentadas por siglos en el norte, en la zona que acaba de ser golpeada por este terremoto, no sean afectadas por incidentes por embalse o relaves mineros o infraestructura de ese tipo que se han ubicado cerca de sus hogares, a pesar de las advertencias de los riesgos que pueden llevar a la población.
Como Columbanos elevamos al Dios de la Vida nuestra oración por nuestros hermanos y hermanas de la región y por sus comunidades para que la tranquilidad llene sus corazones, la solidaridad y resiliencia comunitaria les ilumine. También queremos hacer una oración especial por aquellos y aquellas que han fallecidos y por sus familias para que encuentre el consuelo y la paz que Jesús nos brinda.