La Red “Iglesias y Minería”, que reunió a 50 de sus miembros, provenientes de las Américas y a algunos aliados europeos, en el III Encuentro continental en Bogotá, del 2 al 6 de septiembre de 2016, profundizó su análisis y debate sobre el contexto político regional y por ello, considera necesario hacer pública su preocupación y llamado a la justicia y la paz, fundadas en el respeto a la Madre Tierra, el «principio del bien común» y «inmensa dignidad de los pobres» (Laudato Si ‘, n. 158).
Crece en el mundo y en América Latina, la concentración de la riqueza. En nuestro continente, el 0,5% de la población económicamente activa posee el 43% de la riqueza de la región y el 8% más rico tiene el 87% de la misma. El capital de las grandes corporaciones influye decisivamente en las líneas económicas y políticas de los Estados nacionales. La concentración de la propiedad de los medios en varios países del continente responde a sus intereses.
Constatamos, por tanto, la «privatización de la democracia» en América Latina, lo que determina un proceso de restauración conservadora preocupante, afirmada desde la imposición cada vez más frecuente del «estado de excepción». Con esto, las autoridades gubernamentales imponen proyectos impactantes y discriminan a las comunidades tradicionales y formas de vida, criminalizan a los movimientos sociales y manifestaciones populares en el campo y en las ciudades, flexibilizan las leyes para facilitar la inversión al servicio del gran capital.
Los tratados comerciales internacionales, incluyendo el TPP, diseñado para favorecer a las grandes empresas, pueden tornar irreversibles las violaciones de los derechos contra las comunidades que acompañamos.
La Red “Iglesias y Minería” apoya firmemente el proceso de paz en Colombia y a las muchas personas y organizaciones que la están promoviendo activamente. Las esperanzas de que este proceso pueda instaurar en el país una cultura de la reconciliación y la justicia restaurativa, una justicia social basada en la distribución de bienes y el derecho a tierra, techo y trabajo para todos y todas.
Por otro lado, denunciamos las omisiones e ineficacia de los estados frente a los cada vez más numerosos asesinatos de líderes de las comunidades que critican este sistema de muerte en Honduras, Guatemala, Perú, Colombia, Ecuador, entre otros.
Seguimos con preocupación la crisis económica, política e institucional en Venezuela. Entre otras razones, vemos en ella la confirmación de la insostenibilidad de cualquier economía basada en la extracción.
Denunciamos el golpe de Estado en Brasil, al servicio de los intereses corporativos y de los países con mayor ambición de control geopolítico mundial, los bienes naturales y las materias primas de esa hermana nación. Por otro lado, el distanciamiento de la agenda del gobierno progresista brasileño de los movimientos populares, de las causas de las comunidades tradicionales y los desafíos ambientales, nos lleva a reflexionar profundamente sobre el papel de la izquierda en América Latina. Apoyamos las fuerzas populares brasileñas, jóvenes, movimientos indígenas y otros sectores de la sociedad civil para expresar su indignación por la violación de la democracia y el desmantelamiento del sistema de garantía de derechos que se está anunciando en el país.
El reflejo de la agresión contra la democracia y los pobres es aún más indignante por la cruel criminalización de líderes de la comunidad que se rebelan ante este modelo político-económico. “Iglesias y Minería” se solidariza con las familias de Néstor Iván Martínez, dirigente social de la cuenca minera del departamento de Cesar, en el norte de Colombia (muerto el domingo 11 de septiembre) y doña Máxima Acuña y su esposo Jaime, atacados violentamente en su casa por los empleados de la minera Yanacocha, el domingo, 18 de septiembre, en Cajamarca, Perú.
Llamamos a todas las personas de buena voluntad, los movimientos sociales y comunidades de fe a no perder la esperanza en ese momento tan delicado en la historia de América Latina y el Caribe, luchando con creatividad y obstinación en la defensa de la democracia, los pobres y la Madre Tierra y la construcción de espacios de ciudadanía independientes, auto-gestionados y cuidadores de las culturas y territorios.
19 de septiembre de 2016, Red “Iglesias y Minería”