Valparaíso: fuego, pobreza y desigualdad

El ambiente en Valparaíso es de incredulidad. La devastación por el avance de las llamas no deja de sorprender. Las autoridades repiten informes y los datos acongojan: 8 cerros afectados, 956 hectáreas consumidas por el fuego, más de 2.900 casas destruidas, 12.500 damnificados y 15 personas fallecidas, principalmente adultos mayores. Valparaíso respira tristeza y desigualdad. Con los cerros todavía humeantes y con una gran presencia de reporteros de prensa conociendo recién este otro Valparaíso, una reconocida periodista del canal público de Chile, preguntó a una pobladora afectada por el incendio el por qué vivían en las quebradas más peligrosas de los cerros porteños, la vecina respondió con la certeza que dan los años viviendo en el lugar: “es que los pobres no elegimos donde vivir, señorita”. Augusto, como muchos vecinos del cerro Ramaditas, fue el domingo al cerro La Cruz a ayudar a un sobrino que lo había perdido todo con el inicio del incendio el día anterior. A las horas lo llama su esposa avisando que el fuego afecta la quebrada y que estaba llegando a su casa en el callejón El Bosque. En años anteriores dos veces las llamas habían llegado cerca de su hogar pero se había salvado, la tercera vez fue distinta, “yo fui a ayudar a un sobrino al cerro La Cruz sin saber que me pasaría lo mismo. El fuego se lo lleva todo, me quede con lo puesto”, dice este hombre de unos 50 años que con desolación mira los escombros. Al volver corriendo hasta su cerro Augusto se encuentra en la entrada del callejón con su esposa e hijo que arrancan de las llamas. Logra llegar hasta su hogar para tirar agua e intentar que el fuego no destruya su casa ni la de sus familiares. Al recordar lo sucedido gesticula, acelera su respiración y levanta la voz “en un momento sólo queda una vía de escape por el avance del incendio, pese a que bomberos mojo las casas y la quebrada… ahí deje todo” señala. Quedan atrás historias, recuerdos, esfuerzos y sueños. Deja el pasaje y se reencuentra con su esposa, no hay nada más que hacer. El callejón El Bosque queda en una ladera del cerro Ramaditas, es parte de la periferia de la ciudad, donde las viviendas se mezclan con los bosques. Es ahí donde pudo vivir Augusto. No había más opción. Valparaíso crece desplazando a los más pobres hacia las periferias, hacia sus quebradas… a la punta del cerro. Muchos ocupan ilegalmente terrenos como la única opción para vivir en la capital regional buscando así mejores expectativas laborales. Vivir ahí es un riesgo y lo saben. Los datos de Valparaíso son fríos pero evidencian la precariedad en la que viven sus vecinos. Según un Estudio del año 2012 de la Cooperativa Territorio Sur: un 22% de su población vive bajo la línea de la pobreza; el 10% más pobre gana apenas 150 mil pesos y el 10 % más rico de la comuna percibe, en promedio, más de cuatro millones de pesos. La comuna cuenta con solo 0,52 mts2 de área verde con mantenimiento por habitante mientras la Organización Mundial de la Salud recomienda 9 mts2 por habitante. Una y otra vez Augusto se asoma desde el borde del camino y mira la quebrada hacia el sector donde vivía con su esposa e hijo de 15 años con Síndrome de Down, además de cuatro grupos familiares que lo componen, 16 personas en total, entre hermanos, cuñados y sobrinos. Lo que antes eran casas hoy es un terreno desolado que marca el fin de una etapa familiar. Augusto decidió no volver a construir en el lugar para intentar dar seguridad a su hijo. Sus familiares reconstruirán en el mismo lugar. Seguirán viviendo junto al bosque rogando que no se produzca otro incendio que amenace sus hogares. No tienen otra opción, ellos “no eligen donde vivir”. Augusto está de allegado en la casa de la madrina de su hijo, sabe que tiene que salir de la quebrada, no sabe dónde. Por mientras acompaña a los jóvenes que limpian los escombros de lo que era su casa, “estar ahí” es lo único que tiene para poder agradecer la ayuda que ha recibido en estos días. Columbanos.cl

El ambiente en Valparaíso es de incredulidad. La devastación por el avance de las llamas no deja de sorprender. Las autoridades repiten informes y los datos acongojan: 8 cerros afectados, 956 hectáreas consumidas por el fuego, más de 2.900 casas destruidas, 12.500 damnificados y 15 personas fallecidas, principalmente adultos mayores.

Valparaíso respira tristeza y desigualdad.

Con los cerros todavía humeantes y con una gran presencia de reporteros de prensa conociendo recién este otro Valparaíso, una reconocida periodista del canal público de Chile, preguntó a una pobladora afectada por el incendio el por qué vivían en las quebradas más peligrosas de los cerros porteños, la vecina respondió con la certeza que dan los años viviendo en el lugar: “es que los pobres no elegimos donde vivir, señorita”.

Augusto, como muchos vecinos del cerro Ramaditas, fue el domingo al cerro La Cruz a ayudar a un sobrino que lo había perdido todo con el inicio del incendio el día anterior. A las horas lo llama su esposa avisando que el fuego afecta la quebrada y que estaba llegando a su casa en el callejón El Bosque. En años anteriores dos veces las llamas habían llegado cerca de su hogar pero se había salvado, la tercera vez fue distinta, “yo fui a ayudar a un sobrino al cerro La Cruz sin saber que me pasaría lo mismo. El fuego se lo lleva todo, me quede con lo puesto”, dice este hombre de unos 50 años que con desolación mira los escombros.

Al volver corriendo hasta su cerro Augusto se encuentra en la entrada del callejón con su esposa e hijo que arrancan de las llamas. Logra llegar hasta su hogar para tirar agua e intentar que el fuego no destruya su casa ni la de sus familiares. Al recordar lo sucedido gesticula, acelera su respiración y levanta la voz “en un momento sólo queda una vía de escape por el avance del incendio, pese a que bomberos mojo las casas y la quebrada… ahí deje todo” señala. Quedan atrás historias, recuerdos, esfuerzos y sueños. Deja el pasaje y se reencuentra con su esposa, no hay nada más que hacer.

El callejón El Bosque queda en una ladera del cerro Ramaditas, es parte de la periferia de la ciudad, donde las viviendas se mezclan con los bosques. Es ahí donde pudo vivir Augusto. No había más opción. Valparaíso crece desplazando a los más pobres hacia las periferias, hacia sus quebradas… a la punta del cerro. Muchos ocupan ilegalmente terrenos como la única opción para vivir en la capital regional buscando así mejores expectativas laborales. Vivir ahí es un riesgo y lo saben.

Los datos de Valparaíso son fríos pero evidencian la precariedad en la que viven sus vecinos. Según un Estudio del año 2012 de la Cooperativa Territorio Sur: un 22% de su población vive bajo la línea de la pobreza; el 10% más pobre gana apenas 150 mil pesos y el 10 % más rico de la comuna percibe, en promedio, más de cuatro millones de pesos. La comuna cuenta con solo 0,52 mts2 de área verde con mantenimiento por habitante mientras la Organización Mundial de la Salud recomienda 9 mts2 por habitante.

Una y otra vez Augusto se asoma desde el borde del camino y mira la quebrada hacia el sector donde vivía con su esposa e hijo de 15 años con Síndrome de Down, además de cuatro grupos familiares que lo componen, 16 personas en total, entre hermanos, cuñados y sobrinos. Lo que antes eran casas hoy es un terreno desolado que marca el fin de una etapa familiar. Augusto decidió no volver a construir en el lugar para intentar dar seguridad a su hijo.

Sus familiares reconstruirán en el mismo lugar. Seguirán viviendo junto al bosque rogando que no se produzca otro incendio que amenace sus hogares. No tienen otra opción, ellos “no eligen donde vivir”. Augusto está de allegado en la casa de la madrina de su hijo, sabe que tiene que salir de la quebrada, no sabe dónde. Por mientras acompaña a los jóvenes que limpian los escombros de lo que era su casa, “estar ahí” es lo único que tiene para poder agradecer la ayuda que ha recibido en estos días.

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