Celebración del Día Nacional de las Iglesias Evangélicas y Protestantes

  Quisiera partir esta breve reflexión enviando un afectuoso saludo a los hermanos y hermanas de las iglesias evangélicas que este 31 de Octubre celebran su día y con quienes ,en múltiples ocasiones, hemos trabajado unidos en pos de la expansión de la fe y la lucha por la equidad, los derechos humanos,  la justicia y la paz. De los 16 feriados que cada año se conmemoran en Chile,  10 son de carácter religioso 9 de ellos representa alguna festividad o tiempo católico y solo uno, y desde fecha muy reciente, es una conmemoración de otras iglesias cristianas, y muchas y muchos de nosotros no sabemos que es exactamente lo que se celebra. Por ello quisiera dar algunas luces al respecto e invitarles e invitarnos, a reflexionar sobre este momento que, a mi juicio, debiese ser importante también para nosotros, nosotras Católicos/as.  No es al azar que se escogió el 31 de octubre ya que ese día, en muchos países del mundo, se conmemora la reforma protestante ya que en esa fecha, el entonces fraile agustino Martín Lutero,  clavó en la catedral de Wittemberg una propuesta para discutir la doctrina de las indulgencias que la iglesia católica aplicaba en ese entonces, que es conocida como las 95 tesis, que fue el inicio de la reforma protestante. Por muchos siglos la figura de Lutero, y quienes siguieron su senda reformista, fue muy despreciada por los católicos, sin embargo hoy la mirada de la Iglesia, abierta al ecumenismo, ha variado fuertemente como lo dejan claro las palabras del Cardenal Willembrands (encargado en los años 70´ de la secretaria para la unidad de los cristianos) quien señalo: "A través de los siglos la persona de Martín Lutero no ha sido siempre bien entendida y su teología tampoco ha sido rectamente presentada. ¿Quién osaría negar hoy que Martín Lutero era una personalidad profundamente religiosa, que buscó con toda honestidad y con abnegación el mensaje del evangelio? ¿Quién podría negar que, a pesar de los tormentos que infligió a la Iglesia católica y a la Santa Sede -es un deber para con la verdad no silenciarlo-, ha conservado sin embargo, una parte considerable de la fe católica antigua? El mismo Concilio Vaticano II, ¿no ha aceptado algunas exigencias que habían sido expresadas por Martín Lutero, y gracias a las cuales muchos aspectos de la fe y de la vida cristiana son actualmente mejor expresados que antes? Reconocer esto, a pesar de todas las diferencias, es un motivo de gran alegría y de gran esperanza. Martín Lutero hizo de la Biblia, en una medida insólita para la época, el punto de partida de la teología y de la vida cristiana"  Nuestra Iglesia, especialmente a partir del concilio Vaticano II, ha trabajado intensamente en la búsqueda de la unidad de los cristianos (Ecumenismo) y en el diálogo interreligioso, por lo que nosotras y nosotros debiésemos sentirnos también llamados a esta apertura y diálogo. “es necesario que los católicos, con gozo, reconozcan y aprecien en su valor los tesoros verdaderamente cristianos que, procedentes del patrimonio común, se encuentran en nuestros hermanos separados. Es justo y saludable reconocer las riquezas de Cristo y las virtudes en la vida de quienes dan testimonio de Cristo y, a veces, hasta el derramamiento de su sangre, porque Dios es siempre admirable y digno de admiración en sus obras.” (Dec. Unitatis Redintegratio N?4) En Chile, en especial durante los tiempos más oscuros de la dictadura y de las catástrofes naturales, hemos compartido codo a codo luchas proféticas en la defensa de la vida,  los derechos humanos y en el mejoramiento de las condiciones de vida de nuestro pueblo. Hoy en día las iglesias surgidas del seno de la reforma son cada vez más numerosas y tienen una presencia más activa no sólo en la sociedad, si no también en nuestras poblaciones y por tanto, el dialogo y la acción conjunta para enfrentar los problemas en nuestras comunidades y barrios, así como los temas sociales como el cuidado de la creación y la inequidad, debiesen ser la forma preferida de reencontrarnos,  como nos los recuerda el documento de Aparecida: “La relación con los hermanos y hermanas bautizadas de otras iglesias y comunidades eclesiales, es un camino irrenunciable para el discípulo y misionero, pues la falta de unidad representa un escandalo, un pecado y un atraso en el cumplimiento del deseo de Cristo” (Doc de Aparecida 227) “Por lo mismo, alentamos a los ministros ordenados, a los laicos y a la vida consagrada a participar de organismos ecuménicos con una cuidadosa preparación y un esmerado seguimiento de los pastores, a realizar acciones conjuntas en los diversos campos de la vida eclesial, pastoral y social. En efecto, el contacto ecuménico favorece la estima recíproca, convoca a la escucha común de la palabra de Dios y llama a la conversión a los que se declaran discípulos y misioneros de Jesucristo” (Cf. Aparecida, 232). En este marco entonces, les invitamos a que aprovechemos este día feriado no solo para descansar, sino también como una oportunidad de reflexionar y orar por la unidad de los y las cristianas, y como una oportunidad y llamado a las y los católicos a buscar caminos de acercamiento, comunión y dialogo para lograr lo que tan elocuentemente añora Jesús y que expresa el evangelista Juan: Que todos sean uno como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. (Juan 17,21)   Oficina de Justicia, Paz e integridad de la Creación, Sociedad Misionera de San Columbano.

 

Quisiera partir esta breve reflexión enviando un afectuoso saludo a los hermanos y hermanas de las iglesias evangélicas que este 31 de Octubre celebran su día y con quienes ,en múltiples ocasiones, hemos trabajado unidos en pos de la expansión de la fe y la lucha por la equidad, los derechos humanos,  la justicia y la paz.

De los 16 feriados que cada año se conmemoran en Chile,  10 son de carácter religioso 9 de ellos representa alguna festividad o tiempo católico y solo uno, y desde fecha muy reciente, es una conmemoración de otras iglesias cristianas, y muchas y muchos de nosotros no sabemos que es exactamente lo que se celebra. Por ello quisiera dar algunas luces al respecto e invitarles e invitarnos, a reflexionar sobre este momento que, a mi juicio, debiese ser importante también para nosotros, nosotras Católicos/as.

 No es al azar que se escogió el 31 de octubre ya que ese día, en muchos países del mundo, se conmemora la reforma protestante ya que en esa fecha, el entonces fraile agustino Martín Lutero,  clavó en la catedral de Wittemberg una propuesta para discutir la doctrina de las indulgencias que la iglesia católica aplicaba en ese entonces, que es conocida como las 95 tesis, que fue el inicio de la reforma protestante.

Por muchos siglos la figura de Lutero, y quienes siguieron su senda reformista, fue muy despreciada por los católicos, sin embargo hoy la mirada de la Iglesia, abierta al ecumenismo, ha variado fuertemente como lo dejan claro las palabras del Cardenal Willembrands (encargado en los años 70´ de la secretaria para la unidad de los cristianos) quien señalo:

«A través de los siglos la persona de Martín Lutero no ha sido siempre bien entendida y su teología tampoco ha sido rectamente presentada. ¿Quién osaría negar hoy que Martín Lutero era una personalidad profundamente religiosa, que buscó con toda honestidad y con abnegación el mensaje del evangelio? ¿Quién podría negar que, a pesar de los tormentos que infligió a la Iglesia católica y a la Santa Sede -es un deber para con la verdad no silenciarlo-, ha conservado sin embargo, una parte considerable de la fe católica antigua? El mismo Concilio Vaticano II, ¿no ha aceptado algunas exigencias que habían sido expresadas por Martín Lutero, y gracias a las cuales muchos aspectos de la fe y de la vida cristiana son actualmente mejor expresados que antes? Reconocer esto, a pesar de todas las diferencias, es un motivo de gran alegría y de gran esperanza. Martín Lutero hizo de la Biblia, en una medida insólita para la época, el punto de partida de la teología y de la vida cristiana» 

Nuestra Iglesia, especialmente a partir del concilio Vaticano II, ha trabajado intensamente en la búsqueda de la unidad de los cristianos (Ecumenismo) y en el diálogo interreligioso, por lo que nosotras y nosotros debiésemos sentirnos también llamados a esta apertura y diálogo.

“es necesario que los católicos, con gozo, reconozcan y aprecien en su valor los tesoros verdaderamente cristianos que, procedentes del patrimonio común, se encuentran en nuestros hermanos separados. Es justo y saludable reconocer las riquezas de Cristo y las virtudes en la vida de quienes dan testimonio de Cristo y, a veces, hasta el derramamiento de su sangre, porque Dios es siempre admirable y digno de admiración en sus obras.” (Dec. Unitatis Redintegratio N?4)

En Chile, en especial durante los tiempos más oscuros de la dictadura y de las catástrofes naturales, hemos compartido codo a codo luchas proféticas en la defensa de la vida,  los derechos humanos y en el mejoramiento de las condiciones de vida de nuestro pueblo. Hoy en día las iglesias surgidas del seno de la reforma son cada vez más numerosas y tienen una presencia más activa no sólo en la sociedad, si no también en nuestras poblaciones y por tanto, el dialogo y la acción conjunta para enfrentar los problemas en nuestras comunidades y barrios, así como los temas sociales como el cuidado de la creación y la inequidad, debiesen ser la forma preferida de reencontrarnos,  como nos los recuerda el documento de Aparecida:

“La relación con los hermanos y hermanas bautizadas de otras iglesias y comunidades eclesiales, es un camino irrenunciable para el discípulo y misionero, pues la falta de unidad representa un escandalo, un pecado y un atraso en el cumplimiento del deseo de Cristo” (Doc de Aparecida 227)

“Por lo mismo, alentamos a los ministros ordenados, a los laicos y a la vida consagrada a participar de organismos ecuménicos con una cuidadosa preparación y un esmerado seguimiento de los pastores, a realizar acciones conjuntas en los diversos campos de la vida eclesial, pastoral y social. En efecto, el contacto ecuménico favorece la estima recíproca, convoca a la escucha común de la palabra de Dios y llama a la conversión a los que se declaran discípulos y misioneros de Jesucristo” (Cf. Aparecida, 232).

En este marco entonces, les invitamos a que aprovechemos este día feriado no solo para descansar, sino también como una oportunidad de reflexionar y orar por la unidad de los y las cristianas, y como una oportunidad y llamado a las y los católicos a buscar caminos de acercamiento, comunión y dialogo para lograr lo que tan elocuentemente añora Jesús y que expresa el evangelista Juan:

Que todos sean uno como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. (Juan 17,21)

 

Oficina de Justicia, Paz e integridad de la Creación,

Sociedad Misionera de San Columbano.