Seminarista columbano Gonzalo Bórquez Díaz: “Siento que recién estoy comenzando algo nuevo, Cristo me alcanzó y ahora mi tarea es seguir alcanzándolo a Él en la gente y en el servicio”

Abajo está el link para descargar la entrevista completa Este sábado, a las 18 horas,  estamos todos convocados a celebrar la ordenación diaconal de Gonzalo Bórquez Díaz, seminarista columbano que recibirá el ministerio de manos de Monseñor Pedro Ossandón, obispo auxiliar de Santiago, en una Eucaristía en la parroquia San Matías de Puente Alto. Conversamos con Gonzalo para compartir su historia de vida, reflexionar en torno a su vocación misionera y su ser columbano. Historia de vida Gonzalo, nació en Santiago, en el año 1981, su papá falleció el año pasado, su mamá está viva. Es el hermano del medio, una hermana menor, Catalina y un hermano mayor, Pablo, además de un sobrino, Diego, quienes están muy ilusionados por este momento que vivirá mañana Gonzalo. Se crio en Peñalolén y en un campo en el sur, en el que pasaba vacaciones y fines de semana largo que podía arrancarse, “así que pasaba casi la mitad del tiempo en la ciudad y la otra en el campo, tengo un poco de huaso, se me sale el “bruto” a veces, cuenta entre risas. Este hecho de vivir en la ciudad y pasar mucho tiempo en el campo también cobra sentido cuando hablamos de su vocación, “ese tema ha generado en mi ese espíritu de querer estar siempre en movimiento, de salir, no de quedarme encerrado, quizás eso pesó mucho a la hora de discernir mi vocación y tener una inclinación hacia lo misionero”. Carisma columbano Para Gonzalo descubrir a los columbanos ha sido una riqueza tremenda, “escuchar sus historias de cómo llegaron a Chile, cómo han construido Iglesia, cómo han construido comunidades completas, y esa capacidad de dejar esas comunidades que han construido para que otro venga y pueda desarrollar la vida de nuestra Iglesia, eso me impacta mucho y creo que eso hizo san Columbano, salió de Irlanda, construía monasterios , constituía bien las comunidades y partía a otros lugares nuevo, creo que el espíritu de san Columbano está muy fuerte en nosotros. Estamos abriendo nuevas fronteras de misión, en China, Corea, Myanmar (ex Birmania) son nuevas formas de hacer misión, construir para que vengan otros y seguir construyendo el Reino de Dios. Creo que descubrir eso fue esencial, porque eso es lo que a mí me hace vivir, es lo que hace respirar, me hace seguir siendo testigo de Cristo. Esto nos plantea un desafío tremendo para nosotros, necesitamos ser contemplativos a la vez, necesitamos tener esa sensibilidad tremenda de decir, sabes, aquí están los pasos de Cristo, aquí hay que mantenerse y desarrollar esto. Si no tenemos esa capacidad nos vamos a frustrar y vamos a empezar a hace cualquier cosa”. Formación Del proceso formativo columbano, Gonzalo señala que no ha sido fácil, “pero tampoco ha sido tremendamente difícil, siempre he sostenido que durante estos 10 años he sido el hombre más feliz de la vida”. Durante estos años la experiencia misionera se vive en todo momento, en Chile y en el extranjero, en cada lugar se crece, se profundiza en la fe y en el carisma columbano, “mi año espiritual lo hice en Perú, fue un tiempo constitutivo en mi formación, en que uno descubre las huellas de Dios en la vida de uno, fue fuera de casa, en un momento con mucho sentido, era el único chileno y fue cimentar bien en mi vida la espiritualidad misionera”. Luego Chicago, a estudiar inglés, compartiendo con seminaristas de Asia, Oceanía, momentos para poder compartir y crecer, ya que siendo tan diferentes apuntaba a un mismo lugar, fue un año maravilloso señala Gonzalo. “Me sirvió para conocer a quienes van a hacer mis compañeros de misión, fue una tremenda alegría el vivir la misión en la casa de formación en Chicago. Hubo complicaciones al comienzo, como en todos lados, ya que no entendía bien el inglés y porque no entendía el tema cultural, pero después conversando empezamos a comprender y a conocernos y se abrió la perspectiva”. Posteriormente Gonzalo estuvo un año en Chile iniciando la Teología y luego enviado a Corea, cataloga estos dos años como tremendos. “Los primeros meses fueron oscuros, no entendía nada, cultura, idioma, nada de nada, pasados los tres meses me fui llorando a la capilla y dije "Dios para que me trajiste acá, que quieres de mi". Fue un momento de desahogo que me liberó, me hizo esforzarme más por aprender la lengua, creo que la oración en momentos así es fundamental”. Al pasar los meses y al conocer mejor el idioma, salió de Seúl a una ciudad más chica al sur del país, ahí empezó a trabajar con chicos con capacidades diferentes y en una parroquia. “Con los chicos con capacidades diferentes fue donde aprendí mucho de Dios, ellos me mostraron el rostro sensible de Dios, el rostro cariñoso de Dios, el Dios que me enseñaba “vamos de a poquitito”, ellos me desafiaban a ponerme en el papel de ellos y me hizo crecer mucho en humildad, ellos con todas sus dificultades son mis maestros, desde el momento que acepté ello la relación cambió”. Este tiempo en Corea fue muy significativo par Gonzalo, “yo vivía en una casa donde vivían estos chicos y al final salíamos los fines de semana, pese a que muchas veces nos discriminaban y no nos querían atender en los restaurant”. Además, en la parroquia, con los jóvenes encontró ese rostro de Dios de los amigos incondicionales, ellos significaron a ese Jesús que nunca se va, que siempre está con uno. Diaconado Este sábado viviremos la ordenación diaconal de Gonzalo, una ceremonia que se ha preparado con mucho cariño. “La gente ha sido súper colaborativa. Estoy sumamente agradecidos de ellos que han tenido un espíritu de colaboración tremendo. Es muy significativo ver a las 9 comunidades trabajando juntas es muy importante para mí”, señala Gonzalo. Este paso en camino al sacerdocio es un tremendo desafío, señala el seminarista columbano, “Estoy súper ilusionado de poder servir, tratar de estar siempre al servicio de la gente, eso es algo que también he estado reflexionando mucho, cómo ser un servidor de la gente, cómo ser luz en el ministerio, lo único que espero que Dios me dé la fortaleza para poder ser luz y siervo de ellos. Va a ser una escuela de aprendizaje y estoy seguro que encontraré en este tiempo y en la comunidad de San Columbano, al Dios de la Vida, al Dios de la Misericordia, de la compasión. Pretendo ser la persona que acompaña a esta comunidad y en el servicio que se me encargue”.   Qué significa ser columbano Hay una imagen que le he estado dando vuelta desde hace años, lo voy a poner como la imagen de Jesús Eucaristía, que es Jesús que se parte, se reparte y se da a la gente, yo creo que los columbanos somos eso, somos gente que recibimos mucho de Dios. Nuestro sello es saber qué es lo que somos y desde ahí repartirnos a la gente, nosotros hacemos nuestra vida una Eucaristía, tanto en Latinoamérica como en Estados Unidos y Asia estamos entre los más necesitados y creo que eso es una gran luz para la gente y para el mundo, es un signo de hacer de la vida una Eucaristía, creo que eso somos los columbanos.

Abajo está el link para descargar la entrevista completa

Este sábado, a las 18 horas,  estamos todos convocados a celebrar la ordenación diaconal de Gonzalo Bórquez Díaz, seminarista columbano que recibirá el ministerio de manos de Monseñor Pedro Ossandón, obispo auxiliar de Santiago, en una Eucaristía en la parroquia San Matías de Puente Alto.

Conversamos con Gonzalo para compartir su historia de vida, reflexionar en torno a su vocación misionera y su ser columbano.

Historia de vida

Gonzalo, nació en Santiago, en el año 1981, su papá falleció el año pasado, su mamá está viva. Es el hermano del medio, una hermana menor, Catalina y un hermano mayor, Pablo, además de un sobrino, Diego, quienes están muy ilusionados por este momento que vivirá mañana Gonzalo. Se crio en Peñalolén y en un campo en el sur, en el que pasaba vacaciones y fines de semana largo que podía arrancarse, “así que pasaba casi la mitad del tiempo en la ciudad y la otra en el campo, tengo un poco de huaso, se me sale el “bruto” a veces, cuenta entre risas.

Este hecho de vivir en la ciudad y pasar mucho tiempo en el campo también cobra sentido cuando hablamos de su vocación, “ese tema ha generado en mi ese espíritu de querer estar siempre en movimiento, de salir, no de quedarme encerrado, quizás eso pesó mucho a la hora de discernir mi vocación y tener una inclinación hacia lo misionero”.

Carisma columbano

Para Gonzalo descubrir a los columbanos ha sido una riqueza tremenda, “escuchar sus historias de cómo llegaron a Chile, cómo han construido Iglesia, cómo han construido comunidades completas, y esa capacidad de dejar esas comunidades que han construido para que otro venga y pueda desarrollar la vida de nuestra Iglesia, eso me impacta mucho y creo que eso hizo san Columbano, salió de Irlanda, construía monasterios , constituía bien las comunidades y partía a otros lugares nuevo, creo que el espíritu de san Columbano está muy fuerte en nosotros. Estamos abriendo nuevas fronteras de misión, en China, Corea, Myanmar (ex Birmania) son nuevas formas de hacer misión, construir para que vengan otros y seguir construyendo el Reino de Dios. Creo que descubrir eso fue esencial, porque eso es lo que a mí me hace vivir, es lo que hace respirar, me hace seguir siendo testigo de Cristo. Esto nos plantea un desafío tremendo para nosotros, necesitamos ser contemplativos a la vez, necesitamos tener esa sensibilidad tremenda de decir, sabes, aquí están los pasos de Cristo, aquí hay que mantenerse y desarrollar esto. Si no tenemos esa capacidad nos vamos a frustrar y vamos a empezar a hace cualquier cosa”.

Formación

Del proceso formativo columbano, Gonzalo señala que no ha sido fácil, “pero tampoco ha sido tremendamente difícil, siempre he sostenido que durante estos 10 años he sido el hombre más feliz de la vida”.

Durante estos años la experiencia misionera se vive en todo momento, en Chile y en el extranjero, en cada lugar se crece, se profundiza en la fe y en el carisma columbano, “mi año espiritual lo hice en Perú, fue un tiempo constitutivo en mi formación, en que uno descubre las huellas de Dios en la vida de uno, fue fuera de casa, en un momento con mucho sentido, era el único chileno y fue cimentar bien en mi vida la espiritualidad misionera”. Luego Chicago, a estudiar inglés, compartiendo con seminaristas de Asia, Oceanía, momentos para poder compartir y crecer, ya que siendo tan diferentes apuntaba a un mismo lugar, fue un año maravilloso señala Gonzalo. “Me sirvió para conocer a quienes van a hacer mis compañeros de misión, fue una tremenda alegría el vivir la misión en la casa de formación en Chicago. Hubo complicaciones al comienzo, como en todos lados, ya que no entendía bien el inglés y porque no entendía el tema cultural, pero después conversando empezamos a comprender y a conocernos y se abrió la perspectiva”.

Posteriormente Gonzalo estuvo un año en Chile iniciando la Teología y luego enviado a Corea, cataloga estos dos años como tremendos. “Los primeros meses fueron oscuros, no entendía nada, cultura, idioma, nada de nada, pasados los tres meses me fui llorando a la capilla y dije «Dios para que me trajiste acá, que quieres de mi». Fue un momento de desahogo que me liberó, me hizo esforzarme más por aprender la lengua, creo que la oración en momentos así es fundamental”. Al pasar los meses y al conocer mejor el idioma, salió de Seúl a una ciudad más chica al sur del país, ahí empezó a trabajar con chicos con capacidades diferentes y en una parroquia. “Con los chicos con capacidades diferentes fue donde aprendí mucho de Dios, ellos me mostraron el rostro sensible de Dios, el rostro cariñoso de Dios, el Dios que me enseñaba “vamos de a poquitito”, ellos me desafiaban a ponerme en el papel de ellos y me hizo crecer mucho en humildad, ellos con todas sus dificultades son mis maestros, desde el momento que acepté ello la relación cambió”.

Este tiempo en Corea fue muy significativo par Gonzalo, “yo vivía en una casa donde vivían estos chicos y al final salíamos los fines de semana, pese a que muchas veces nos discriminaban y no nos querían atender en los restaurant”. Además, en la parroquia, con los jóvenes encontró ese rostro de Dios de los amigos incondicionales, ellos significaron a ese Jesús que nunca se va, que siempre está con uno.

Diaconado

Este sábado viviremos la ordenación diaconal de Gonzalo, una ceremonia que se ha preparado con mucho cariño. “La gente ha sido súper colaborativa. Estoy sumamente agradecidos de ellos que han tenido un espíritu de colaboración tremendo. Es muy significativo ver a las 9 comunidades trabajando juntas es muy importante para mí”, señala Gonzalo.

Este paso en camino al sacerdocio es un tremendo desafío, señala el seminarista columbano, “Estoy súper ilusionado de poder servir, tratar de estar siempre al servicio de la gente, eso es algo que también he estado reflexionando mucho, cómo ser un servidor de la gente, cómo ser luz en el ministerio, lo único que espero que Dios me dé la fortaleza para poder ser luz y siervo de ellos. Va a ser una escuela de aprendizaje y estoy seguro que encontraré en este tiempo y en la comunidad de San Columbano, al Dios de la Vida, al Dios de la Misericordia, de la compasión. Pretendo ser la persona que acompaña a esta comunidad y en el servicio que se me encargue”.

 

Qué significa ser columbano

Hay una imagen que le he estado dando vuelta desde hace años, lo voy a poner como la imagen de Jesús Eucaristía, que es Jesús que se parte, se reparte y se da a la gente, yo creo que los columbanos somos eso, somos gente que recibimos mucho de Dios. Nuestro sello es saber qué es lo que somos y desde ahí repartirnos a la gente, nosotros hacemos nuestra vida una Eucaristía, tanto en Latinoamérica como en Estados Unidos y Asia estamos entre los más necesitados y creo que eso es una gran luz para la gente y para el mundo, es un signo de hacer de la vida una Eucaristía, creo que eso somos los columbanos.