«Que estos recuerdos no sean nostalgia sino recuerdos vivos del carisma Columbano».

La tarde de este sábado 16 de junio nos reunimos, en el marco de la celebración del centenario de la Sociedad Misionera de San Columbano, a revivir momentos de nuestra historia en Chile con la celebración de una eucaristía en la Capilla Jesús Sembrador de la Paz, en la comuna de La Pintana, antigua comunidad Columbana.

A esta celebración llegaron personas de diferentes comunidades cercanas quienes habían compartido y se formaron bajo el amparo del carisma Columbano.

La eucaristía fue presidida por el Director de la región, padre Miguel Hoban, concelebrada por el párroco de la comunidad de La Pintana, padre Fernando Tapia; padre Daniel Harding y el padre Álvaro Martínez.

El padre Miguel inició su homilía invitando a los asistentes a decir en una palabra lo que había significado para ellos la presencia de los Columbanos, las huellas columbanas en sus vidas: “Fe, Familia, Solidaridad, Formación, Ser constantes en la practica de la fe, Alegría, Acercamiento a Dios, Conocer a Jesús”, fueron algunas de ellas. Otros de los presentes vivenciaron su experiencia de fe a partir de la presencia columbana: “Empezar yo la catequesis y ahora estar con mis hijos, A misionar. Ustedes iban a las casas, eso se extraña. Amistad, nos conocimos acá y seguimos siendo amigos. A pesar de las dificultades, a veces pensando en irse, pero la fe recibida me ha hecho permanecer. Sentirnos familia. A ser mas humildes. Le debo gratitud por que me han tenido paciencia”.

El padre Miguel agradeció por cada una de las palabras compartidas, los invitó a que estos recuerdos no sean nostalgia sino recuerdos vivos del carisma Columbano. Porque Dios nos sale a buscar primero. Prosiguió sus palabras motivando a que “Seamos capaces de mirar el momento actual desde esa semilla de la fe que ya ha sido plantada. Y tenemos que creer que la misión de Jesucristo sigue, aún en este momento difícil de nuestra iglesia y en este Chile muy distinto”.

Durante su homilía recordó la historia de fundación de la Sociedad Misionera de San Columbano, “pienso en nuestros fundadores que se animaron a fundar esta comunidad en un tiempo muy difícil de Irlanda, país muy pobre. Pensar en una sociedad misionera que se fuera a China era una locura. Primero partió a EEUU y luego se fue a China y estando allá se junto con otros. Y volvió a Irlanda, en medio de un gran conflicto bélico y pobreza. Algunos obispos lo escucharon y otros no. La semilla que Dios plantó en Edward Galvin y en John Blowick dio su fruto. Y desde ahí fuimos creciendo. Al principio solo sacerdotes de habla inglesa y ahora somos multicultural. Y seguimos en la misión. No solo sacerdotes columbanos, sino también sacerdotes asociados y misioneros laicos y laicas”.

Finalizó sus palabras reafirmando que “La misión de Galvin y Blowick sigue hasta hoy día. La semilla ha sido plantada en nuestros corazones y tiene que germinar”.

Posteriormente el párroco de la comunidad, padre Fernando Tapia, agradeció a los columbanos por su historia de ir a los lugares mas desprovistos. “La iglesia chilena solo tiene palabras de gratitud tanto para los sacerdotes, hermanas y para los laicos columbanos. Ellos sembraron la semilla de la fe en Dios y eso permanece porque en él hemos puesto nuestra confianza y esperanza”.

El padre Fernando señaló que él “ha llegado a esta comunidad después de 4 congregaciones religiosas. Yo solo he recogido frutos de los padres columbanos, oblatos y carmelitas”. Recordó que aún siguen habiendo desafíos, “hay mucha gente que aún espera de la presencia de Jesús. Nadie se jubila de la misión pastoral. Nuestro trabajo principal es anunciar el Reino a través de la solidaridad”.

Agradeció en sus palabras a los voluntarios que en el comedor da de comer a 28 personas, que disponen su tiempo y les entregan su cariño. “Ahí llegan abuelitas que sus pensiones no alcanzan para comer, mamás con sus pequeñitos, haitianos”. En los desafíos que se plantea con la comunidad es enfrentar semillas de mal, “nosotros tenemos que sembrar semillas de bien. Por eso, se abrirá una escuela para aprender español”.

Finalmente se vivió un muy agradable compartir fraterno donde afloraron innumerables historias de la presencia columbana en esta comunidad.