07/10/2013

1º Cabildo por el Agua!!

La coordinadora de Defensa del Agua y la Vida tiene el agrado de invitarlos a participar en 1º CABILDO POR EL AGUA, A REALIZARSE LOS DÍAS JUEVES 10 Y VIERNES 11 DE OCTUBRE DE 2013 EN LA SEDE DEL CONGRESO NACIONAL EN SANTIAGO, ubicado en Catedral 1158 desde las 9 de la mañana a las 18 horas.
El Cabildo es un espacio de encuentro ciudadano donde las comunidades expresan sus demandas para los cambios políticos y constitucionales que se requieren en materia de agua.

El Cabildo será inaugurado por la secretaria ejecutiva de la Coordinadora y por el Obispo de Aysén Luis Infanti, quién hará una ceremonia de recepción de las aguas que traigan las regiones de sus ríos, lagos, esteros, etc., convocando su mantenimiento, defensa y protección.

Posteriormente se realizara una sesión conjunta con los parlamentarios de la Comisión de Recursos Hídricos, Sequia y Desertificación, donde las organizaciones podrán exponer los problemas y conflictos por el agua en sus regiones y las propuestas emanadas desde las comunidades. Durante el Cabildo se redactara un plataforma de demandas al sector político y los candidatos para las reformas legales y constitucionales que chile necesita para cumplir el ejercicio de Derecho Humano al Agua.

La presencia de cada uno y una de Uds es fundamental para este Cabildo.

Confirmar asistencia al mail.
comunicaciones@derechoalagua.cl o al teléfono (2) 22097028
Facebook: derechoalagua
Twitter: @derechoalagua #derechoalagua
Web: derechoalagua.cl

07/10/2013

Marcha junto al pueblo Mapuche

Yo No Quiero Transgénicos en Chile está convocando a marchar junto al pueblo mapuche este sábado, 12 de octubre de 2013 a las 11 horas desde Plaza Italia.

Nuestro evento en el facebook. https://www.facebook.com/events
YO NO QUIERO TRANSGENICOS EN CHILE se suma a la movilización mundial contra Monsanto, adhiriendo a la tradicional marcha convocada por las organizaciones mapuches, porque:

Entendemos que los pueblos originarios, y en especial las mujeres indígenas y rurales, han sido los cuidadores de la semilla campesina, adaptada y mejorada, generando así una especial sabiduría y relación con la naturaleza. Este patrimonio está amenazado por el proyecto de Ley Monsanto- von Baer. Asumir las demandas de los primeros habitantes del continente, es también reivindicar las demandas de las semillas de la tierra.

La práctica del trafkintu o intercambio de semillas, constituye hoy ya no solo una práctica ancestral, sino un acto de resistencia contra los intentos de privatizar la semilla por parte de empresas transnacionales como Monsanto y sus aliados nacionales, entre ellos el clan von Baer.

Los cultivos transgénicos, intensivos en uso de venenos químicos, como los que serían impulsados de aprobarse la ley Monsanto- Von Baer, contaminan la tierra, el agua y los alimentos. Territorio, autodeterminación, soberanía alimentaria, libertad a quienes luchan por la vida, son las demandas de los convocantes a la marcha mapuche, y nos sentimos voces hermanas de esas demandas.

La agricultura familiar indígena y campesina también marchará el 12 de octubre por las calles de las grandes ciudades de Chile, para horadar los caminos pavimentados, y contarle a la tierra encementada que llegó el tiempo de los brotes y que estamos trabajando para que puedan por fin despuntar libremente las semillas... No existe un mejor lugar para nuestra campaña que este caminar, para multiplicar mil veces la demanda de un Chile plurinacional, libre de transgénicos.

¡Fuera Monsanto de Chile y América Latina!

https://www.facebook.com/events

En regiones YNQT marchará en Chillán a las 11 AM desde Plaza de Armas
https://www.facebook.com/events

y en Valdivia,2l 12 de octubre en campus Isla Teja
https://www.facebook.com/events

pronto tendremos más información de otras ciudades que también adhieren a la marcha mapuche.

 

10/10/2013

El compromiso de “Los Amigos de San Columbano”

Una de las "ramas" más importantes de nuestra Congregación son "Los Amigos de San Columbano", un grupo de personas que en algún momento de sus vidas se cruzaron con sacerdotes columbanos en sus comunidades y que hoy, como una forma de agradecer su trabajo realizado hace más de 30 años, se reúnen para realizar actividades y compartir su fe.
Es acaso esto el mejor ejemplo de la huella que los sacerdotes columbanos dejan durante cada misión y asi lo ratifican los testimonios de Julia Estay y Ricardo Gálvez, dos de los más antiguos participantes de este grupo, quienes minutos antes de reunirse en el último retiro del grupo, conversaron con nosotros para comentarnos sus experiencias.
Julia recuerda que es "de Conchalí y los sacerdotes llegaron allá en el año 55 y fueron a buscar personas para hacer capillas en diferentes poblaciones y ahí nace el nexo con ellos. Después que salen del sector, contactaron a quienes trabajaron con ellos en algún minuto y así nacen Los Amigos de San Columbano, que primero fue llamada como la "Familia Columbana".
Además, ella nos comenta que la principal motivación que tiene para participar de este grupo es "el agradecimiento a los padres columbanos por todo lo que nos han entregado durante estos años, no solo en temas religiosos y pastorales, sino que también creando comedores, preocupados de temas médicos, etc".
Es por ello, que entre las cosas que más destaca Julia es la relación que se ha logrado construir con los Padres Columbanos, pues "lo que más nos ha quedado es el hecho que los padres son amigos de las familias. No es el sacerdote común que dice que es cura y no se acerquen a mí. Ellos son amigos, vecinos, conviven con uno, nos saludan cada Año Nuevo. Ellos son muy cercanos".
En tanto, Ricardo Gálvez comentó "la motivación es justamente la labor misionera de los Columbanos, ya que es una labor que pueden hacer los sacerdotes, pero que también la pueden hacer los laicos. Somos laicos que participamos en la pastoral de las parroquias que tenían a su cargo los columbanos y que aunque ellos hayan dejado las parroquias seguimos en contacto con ellos y con el impulso misionero que nos dieron ellos en su actuación".
Además. Ricardo nos cuenta que una de las cosas más más gratificante que tiene este grupo es "la integración de diferentes sectores y distintas personas. Hay grupos que son de Avenida Grecia, Quilicura, Renca, La Pintana, Puente Alto y uno se integra más y no solo ve los problemas de su barrio, sino que ve otras personas, enfoques y nos juntamos acá y de otra manera no nos habríamos juntado".
Tal como su compañera de grupo, Galvez destaca que "el Padre Columbano es más cercano. Nosotros estuvimos viviendo un año en Estados Unidos, así que era muy fácil comunicarse con ellos e introducirlos a la cultura chilena en la medida que llegaron al país. Incluso algunos vivieron en nuestra casa y eso demuestra que la relación es más cercana".

10/10/2013

GUIÓN DOMINGO UNIVERSAL DE MISIONES “Todos misioneros y para todo el mundo”

DOMINGO UNIVERSAL DE MISIONES,

20 DE OCTUBRE 2013

GUION DE LA MISA

“Todos misioneros y para todo el mundo”

Monición de Entrada
En este día en que nos reunimos como comunidad cristiana para celebrar el Domingo Universal de Misiones, queremos agradecer al Señor por el don de la fe que abre nuestra mente y corazón para que lo podamos conocer y amar. Y por la vocación misionera que estamos llamados a vivir todos los cristianos.
Nuestra capilla es fruto de esta acción misionera y en concreto damos gracias por los misioneros y misioneras que comparten su fe en medio nuestro. Porque, el impulso misionero es una señal clara de la madurez de una comunidad eclesial.
• Sugerencia: Se puede nombrar las congregaciones misioneras que aportan al crecimiento de su comunidad cristiana.
Monición a las lecturas
1ª Lectura: Ex 17,8-13

La misión implica salir al encuentro del migrante, marginado y excluido de nuestra sociedad, con un corazón abierto, solidario y misericordioso, capaz de sostener y acompañar las búsquedas de vida de todo ser humano.
Escuchemos la primera lectura del libro del Éxodo.

2º Lectura: 2Tim 3,14-4,2
"La fe se fortalece dándola". Por eso nos dice el Papa Francisco: "todos somos enviados por los senderos del mundo para caminar con nuestros hermanos, profesando y dando testimonio de nuestra fe en Cristo y convirtiéndonos en anunciadores de su Evangelio".

Escuchemos la carta de Pablo a Timoteo.

Evangelio: Lc 18,1-8

El misionero y misionera son cristianos que conocen el amor de Dios, creen en ese amor y por eso salen de su tierra a compartir esta experiencia con toda la humanidad. En este peregrinar por Cristo, ellos y ellas encuentran en la oración constante la fuerza para seguir anunciando la Buena Noticia de Jesús.
Nos ponemos de pie para escuchar el Evangelio.

Oración de los fieles

El lema de este día es: "Todos misioneros y para todo el mundo".
Con este deseo de renovar nuestro compromiso misionero, presentamos al Señor nuestras oraciones.
A cada intención respondemos: envíanos a construir tu Reino, Señor

• Por la Iglesia Universal para que cada día sea más misionera, de manera que el anuncio del Evangelio pueda resonar en todos los rincones de la tierra.
Oremos

• Por nuestra Iglesia Chilena y nuestra comunidad, para que sintiendo el compromiso con la misión Ad Gentes, fortalezca la formación misionera, en la catequesis y pastoral.
Oremos

• Por todos los misioneros y misioneras que salieron de su tierra para compartir su fe con otros pueblos (podemos nombrar a los misioneros extranjeros que se encuentran en nuestra comunidad o chilenos que han salido a otros pueblos). Oremos

• Para que como misioneros y misioneras crezcamos en el diálogo interreligioso aportando a la comunión entre las distintas Iglesias. Oremos

• Por los columbanos chilenos que han cruzado la frontera para ir al encuentro de otros pueblos, especialmente por los seminaristas Rafael y Gonzalo que están en Corea y el matrimonio de Mauricio, Nataly y sus hijos, que están en Inglaterra. Oremos

• Para que el Espíritu Santo siga despertando vocaciones misioneras, tanto sacerdotales, religiosas como laicales, especialmente a nuestra Sociedad Misionera San Columbano. Oremos

Ofrendas
• Sugerencia: confeccionar carteles con los nombres de los misioneros y misioneras que trabajan en su comunidad.
En este Domingo Universal de Misiones:
• Presentamos al Señor a estos misioneros y misioneras que dejando su tierra han venido a compartir su fe con nuestra comunidad.
• Presentamos el pan y el vino signos del amor transformador de Dios.
• Y la colecta de éste día que quiere ser signo de nuestra fraternidad y solidaridad con los misioneros y misioneras del mundo entero.

Oración Final: Bendición de envío
Que el Señor haga brillar Su rostro y te conceda la paz. Amén
Que el Señor este a tu lado y te conceda la plenitud de su Reino. Amén
Que el señor infunda en ti su Santo Espíritu y te conceda la gracia de convertirte en peregrino y misionero del Padre. Amén
Y que la bendición de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe siempre. Amén

Descarga Aquí el Guión para el DUM
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14/10/2013

Mensaje del Papa Francisco Domingo Universal de Misiones (Dum)

 20 de Octubre de 2013
"Todos Misioneros y para todo el Mundo"

Queridos hermanos y hermanas,
este año celebramos Domingo Universal de Misiones mientras se clausura el Año de la fe, ocasión importante para fortalecer nuestra amistad con el Señor y nuestro camino como Iglesia que anuncia el Evangelio con valentía. En esta prospectiva, querría plantear algunas reflexiones.
1. La fe es un don precioso de Dios, el cual abre nuestra mente para que lo podamos conocer y amar, Él quiere relacionarse con nosotros para hacernos participes de su misma vida y hacer que la nuestra esté más llena de significado, que sea más buena, más bella. ¡Dios nos ama! Pero la fe, necesita ser acogida, es decir, necesita nuestra respuesta personal, el coraje de poner nuestra confianza en Dios, de vivir su amor, agradecidos por su infinita misericordia. Es un don que no se reserva sólo a unos pocos, sino que se ofrece a todos generosamente. ¡Todo el mundo debería poder experimentar la alegría de ser amados por Dios, el gozo de la salvación! Y es un don que no se puede conservar para uno mismo, sino que debe ser compartido. Si queremos guardarlo sólo para nosotros mismos, nos convertiremos en cristianos aislados, estériles y enfermos. El anuncio del Evangelio es parte del ser discípulos de Cristo y es un compromiso constante que anima toda la vida del la Iglesia.

«El impulso misionero es una señal clara de la madurez de una comunidad eclesial» (Benedicto XVI, Exhort. ap. Verbum Domini, 95). Toda comunidad es "adulta", cuando profesa la fe, la celebra con alegría en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla también a los "suburbios", especialmente a aquellos que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo. La fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, también se mide por la capacidad de comunicarla a los demás, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida.

2. El Año de la fe, a cincuenta años de distancia del inicio del Concilio Vaticano II, es un estímulo para que toda la Iglesia reciba una conciencia renovada de su presencia en el mundo contemporáneo, de su misión entre los pueblos y las naciones. La misionariedad no es sólo una cuestión de territorios geográficos, sino de pueblos, de culturas e individuos independientes, precisamente porque los "límites" de la fe no sólo atraviesan lugares y tradiciones humanas, sino el corazón de cada hombre y cada mujer. El Concilio Vaticano II destacó de manera especial como la tarea misionera, la tarea de ampliar los límites de la fe es un compromiso de todo bautizado y de todas las comunidades cristianas: «Viviendo el Pueblo de Dios en comunidades, sobre todo diocesanas y parroquiales, en las que de algún modo se hace visible, a ellas pertenece también dar testimonio de Cristo delante de las gentes» (Decr. Ad gentes, 37). Por tanto, se pide y se invita a toda comunidad a hacer propio el mandato confiado por Jesús a los Apóstoles de ser sus «testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8), no como un aspecto secundario de la vida cristiana, sino como un aspecto esencial: todos somos enviados por los senderos del mundo para caminar con uestros hermanos, profesando y dando testimonio de nuestra fe en Cristo y convirtiéndonos en anunciadores de su Evangelio. Invito a los Obispos, a los Sacerdotes, a los Consejos presbiterales y pastorales, a cada persona y grupo responsable en la Iglesia a dar relieve a la dimensión misionera en los programas pastorales y formativos, sintiendo que el propio compromiso apostólico no está completo si no contiene el propósito de "dar testimonio de Cristo ante las naciones", ante todos los pueblos. La misionariedad no es sólo una dimensión programática en la vida cristiana, sino también una dimensión
paradigmática que afecta a todos los aspectos de la vida cristiana.

3. A menudo, la obra de evangelización encuentra obstáculos no sólo fuera, sino dentro de la comunidad eclesial. A veces el fervor, la alegría, el coraje, la esperanza en anunciar a todos el mensaje de Cristo y ayudar a la gente de nuestro tiempo a encontrarlo son débiles;
en ocasiones todavía se piensa que llevar la verdad del Evangelio es violentar la libertad. Pablo VI usa palabras iluminadoras al respecto: «Sería... un error imponer cualquier cosa a la conciencia de nuestros hermanos. Pero proponer a esa conciencia la verdad evangélica y la salvación ofrecida por Jesucristo, con plena claridad y con absoluto respeto hacia las opciones libres que luego pueda hacer... es un homenaje a esta libertad» (Exhort, Ap. Evangelii nuntiandi, 80). Siempre debemos tener el valor y la alegría de proponer, con respeto, el encuentro con Cristo, de hacernos heraldos de su Evangelio, Jesús ha venido entre nosotros para mostrarnos el camino de la salvación, y nos ha confiado la misión de darlo a conocer a todos, hasta los confines de la tierra. Con frecuencia vemos que son la violencia, la mentira, el error las cosas que destacan y se proponen. Es urgente hacer que resplandezca en nuestro tiempo la vida buena del Evangelio con el anuncio y el testimonio, y esto desde el interior mismo de la Iglesia. Porque, en esta perspectiva, es importante no olvidar un principio fundamental de todo evangelizador: no se puede anunciar a Cristo sin la Iglesia. Evangelizar nunca es un acto aislado, individual, privado, sino que es siempre eclesial. Pablo VI escribía que «Cuando el más humilde predicador, catequista o Pastor, en el lugar más apartado, predica el Evangelio, reúne su pequeña comunidad o administra un sacramento, aun cuando se encuentra solo, ejerce un acto de Iglesia», Este no actúa «por una misión que él se atribuye o por inspiración personal, sino en unión con la misión de la Iglesia y en su nombre» (Exhort, ap. Evangelii nuntiandi, 60).Y esto da fuerza a la misión y hace sentir a cada misionero y evangelizador que nunca está solo, que forma parte de un solo Cuerpo animado por el Espíritu Santo.

4. En nuestra época, la movilidad general y la facilidad de comunicación a través de los nuevos medios de comunicación han mezclado entre sí los pueblos, el conocimiento, las experiencias. Por motivos de trabajo familias enteras se trasladan de un continente a otro; los intercambios profesionales y culturales, así como el turismo y otros fenómenos análogos empujan a un gran movimiento de personas. A veces es difícil, incluso para las comunidades parroquiales, conocer de forma segura y profunda a quienes están de paso o a quienes viven de forma permanente en el territorio. Además, en áreas cada vez más grandes de las regiones tradicionalmente cristianas crece el número de los que son ajenos a la fe, indiferentes a la dimensión religiosa o animados por otras creencias. Por tanto, no es raro que algunos bautizados escojan estilos de vida que les alejan de la fe, convirtiéndolos en necesitados de una "nueva evangelización". A esto se suma el hecho de que a una gran parte de la humanidad todavía no le ha llegado la buena noticia de Jesucristo. Y que vivimos en una época de crisis que afecta a muchas áreas de la vida, no sólo la economía, las finanzas, la seguridad alimentaria, el medio ambiente, sino también la
del sentido profundo de la vida y los valores fundamentales que la animan. La convivencia humana está marcada por tensiones y conflictos que causan inseguridad y fatiga para encontrar el camino hacia una paz estable. En esta situación tan compleja, donde el horizonte del presente y del futuro parece estar cubierto por nubes amenazantes, se hace aún más urgente el llevar con valentía a todas las realidades, el Evangelio de Cristo, que es anuncio de esperanza, reconciliación, comunión, anuncio de la cercanía de Dios, de su misericordia, de su salvación, anuncio de que el poder del amor de Dios es capaz de vencer las tinieblas del mal y conducir hacia el camino del bien.
El hombre de nuestro tiempo necesita una luz fuerte que ilumine su camino y que sólo el encuentro con Cristo puede darle. ¡Traigamos a este mundo, a través de nuestro testimonio, con amor, la esperanza donada por la fe! La naturaleza misionera de la Iglesia no es proselitista, sino testimonio de vida que ilumina el camino, que trae esperanza y amor. La Iglesia - lo repito una vez más - no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo,
que han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegría, compartir el mensaje de salvación que el Señor nos ha dado. Es el Espíritu Santo quién guía a la Iglesia en este camino.

5. Quisiera animar a todos a ser portadores de la buena noticia de Cristo y estoy agradecido especialmente a los misioneros y misioneras, a los presbíteros fidei donum a los religiosos y religiosas y a los fieles laicos - cada vez más numerosos - que, acogiendo la llamada del Señor, dejan su patria para servir al Evangelio en tierras y culturas diferentes de las suyas. Pero también me gustaría subrayar que las mismas iglesias jóvenes están trabajando generosamente en el envío de misioneros a las iglesias que se encuentran en dificultad - no es raro que se trate de Iglesias de antigua cristiandad - llevando la frescura y el entusiasmo con que éstas viven la fe que renueva la vida y dona esperanza. Vivir en este aliento universal, respondiendo al mandato de Jesús «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones» (Mt. 28, 19) es una riqueza para cada una de las iglesias particulares, para cada comunidad, y donar misioneros y misioneras nunca es una pérdida sino una ganancia. Hago un llamamiento a todos aquellos que sienten la llamada a responder con generosidad a la voz del Espíritu Santo, según su estado de vida, y a no tener miedo de ser generosos con el Señor. Invito también a los obispos, las familias religiosas, las comunidades y todas las agregaciones cristianas a sostener, con visión de futuro y discernimiento atento, la llamada misionera ad gentes y a ayudar a las iglesias que necesitan sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos para fortalecer la comunidad cristiana. Y esta atención debe estar también presente entre las iglesias que forman parte de una misma Conferencia Episcopal o de una Región: es importante que las iglesias más ricas en vocaciones ayuden con generosidad a las que sufren de escasez. Al mismo tiempo exhorto a los misioneros y a las misioneras, especialmente los sacerdotes fidei donum y a los laicos, a vivir con alegría su precioso servicio en las iglesias a las que son destinados, y a llevar su alegría y su experiencia a las iglesias de las que proceden, recordando cómo Pablo y Bernabé, al final de su primer viaje misionero «contaron todo lo que Dios había hecho a través de ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles» (Hechos 14:27). Ellos pueden llegar a ser un camino hacia una especie de "restitución" de la fe, llevando la frescura de las Iglesias jóvenes, de modo que las Iglesias de antigua cristiandad redescubran el entusiasmo y la alegría de compartir la fe en un intercambio que enriquece mutuamente en el camino de seguimiento del Señor. era de cada bautizado y de cada comunidad, ya sea llamando a la necesidad de una formación misionera más profunda de todo el Pueblo de Dios, ya sea alimentando la sensibilidad de las comunidades cristianas a ofrecer su ayuda para favorecer la difusión del Evangelio en el mundo.

Por último, dirijo un pensamiento a los cristianos que, en diversas partes del mundo, se encuentran en dificultades para profesar abiertamente su fe y ver reconocido el derecho a vivirla con dignidad. Ellos son nuestros hermanos y hermanas, testigos valientes - aún más numerosos que los mártires de los primeros siglos - que soportan con perseverancia apostólica las diversas formas de persecución actuales. Muchos también arriesgan su vida para permanecer fieles al Evangelio de Cristo. Deseo asegurarles que me siento cercano en la oración a las personas, a las familias y a las comunidades que sufren violencia e intolerancia y les repito las palabras consoladoras de Jesús: «Confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33). Benedicto XVI exhortaba: «Que la Palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada» (2 Ts 3, 1): que este Año de la fe haga cada vez más fuerte la relación con Cristo, el Señor, pues sólo en él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero» (Carta Ap. Porta fidei, 15). Este es mi deseo para el Domingo Universal de Misiones de este año. Bendigo de corazón a los misioneros y misioneras y a todos los que acompañan y apoyan este compromiso fundamental de la Iglesia para que el anuncio del Evangelio pueda resonar en todos los rincones de la tierra, y nosotros, ministros del Evangelio y misioneros, experimentaremos "la dulce y confortadora alegría de evangelizar" (Pablo VI, Exhort. Ap. Evangelii nuntiandi, 80).

Papa Francisco Vaticano, 19 de mayo de 2013, Solemnidad de Pentecostés

14/10/2013

Mensaje del Papa Francisco Domingo Universal de Misiones (Dum)

 20 de Octubre de 2013
"Todos Misioneros y para todo el Mundo"

Queridos hermanos y hermanas,
este año celebramos Domingo Universal de Misiones mientras se clausura el Año de la fe, ocasión importante para fortalecer nuestra amistad con el Señor y nuestro camino como Iglesia que anuncia el Evangelio con valentía. En esta prospectiva, querría plantear algunas reflexiones.
1. La fe es un don precioso de Dios, el cual abre nuestra mente para que lo podamos conocer y amar, Él quiere relacionarse con nosotros para hacernos participes de su misma vida y hacer que la nuestra esté más llena de significado, que sea más buena, más bella. ¡Dios nos ama! Pero la fe, necesita ser acogida, es decir, necesita nuestra respuesta personal, el coraje de poner nuestra confianza en Dios, de vivir su amor, agradecidos por su infinita misericordia. Es un don que no se reserva sólo a unos pocos, sino que se ofrece a todos generosamente. ¡Todo el mundo debería poder experimentar la alegría de ser amados por Dios, el gozo de la salvación! Y es un don que no se puede conservar para uno mismo, sino que debe ser compartido. Si queremos guardarlo sólo para nosotros mismos, nos convertiremos en cristianos aislados, estériles y enfermos. El anuncio del Evangelio es parte del ser discípulos de Cristo y es un compromiso constante que anima toda la vida del la Iglesia.

«El impulso misionero es una señal clara de la madurez de una comunidad eclesial» (Benedicto XVI, Exhort. ap. Verbum Domini, 95). Toda comunidad es "adulta", cuando profesa la fe, la celebra con alegría en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla también a los "suburbios", especialmente a aquellos que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo. La fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, también se mide por la capacidad de comunicarla a los demás, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida.

2. El Año de la fe, a cincuenta años de distancia del inicio del Concilio Vaticano II, es un estímulo para que toda la Iglesia reciba una conciencia renovada de su presencia en el mundo contemporáneo, de su misión entre los pueblos y las naciones. La misionariedad no es sólo una cuestión de territorios geográficos, sino de pueblos, de culturas e individuos independientes, precisamente porque los "límites" de la fe no sólo atraviesan lugares y tradiciones humanas, sino el corazón de cada hombre y cada mujer. El Concilio Vaticano II destacó de manera especial como la tarea misionera, la tarea de ampliar los límites de la fe es un compromiso de todo bautizado y de todas las comunidades cristianas: «Viviendo el Pueblo de Dios en comunidades, sobre todo diocesanas y parroquiales, en las que de algún modo se hace visible, a ellas pertenece también dar testimonio de Cristo delante de las gentes» (Decr. Ad gentes, 37). Por tanto, se pide y se invita a toda comunidad a hacer propio el mandato confiado por Jesús a los Apóstoles de ser sus «testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8), no como un aspecto secundario de la vida cristiana, sino como un aspecto esencial: todos somos enviados por los senderos del mundo para caminar con uestros hermanos, profesando y dando testimonio de nuestra fe en Cristo y convirtiéndonos en anunciadores de su Evangelio. Invito a los Obispos, a los Sacerdotes, a los Consejos presbiterales y pastorales, a cada persona y grupo responsable en la Iglesia a dar relieve a la dimensión misionera en los programas pastorales y formativos, sintiendo que el propio compromiso apostólico no está completo si no contiene el propósito de "dar testimonio de Cristo ante las naciones", ante todos los pueblos. La misionariedad no es sólo una dimensión programática en la vida cristiana, sino también una dimensión
paradigmática que afecta a todos los aspectos de la vida cristiana.

3. A menudo, la obra de evangelización encuentra obstáculos no sólo fuera, sino dentro de la comunidad eclesial. A veces el fervor, la alegría, el coraje, la esperanza en anunciar a todos el mensaje de Cristo y ayudar a la gente de nuestro tiempo a encontrarlo son débiles;
en ocasiones todavía se piensa que llevar la verdad del Evangelio es violentar la libertad. Pablo VI usa palabras iluminadoras al respecto: «Sería... un error imponer cualquier cosa a la conciencia de nuestros hermanos. Pero proponer a esa conciencia la verdad evangélica y la salvación ofrecida por Jesucristo, con plena claridad y con absoluto respeto hacia las opciones libres que luego pueda hacer... es un homenaje a esta libertad» (Exhort, Ap. Evangelii nuntiandi, 80). Siempre debemos tener el valor y la alegría de proponer, con respeto, el encuentro con Cristo, de hacernos heraldos de su Evangelio, Jesús ha venido entre nosotros para mostrarnos el camino de la salvación, y nos ha confiado la misión de darlo a conocer a todos, hasta los confines de la tierra. Con frecuencia vemos que son la violencia, la mentira, el error las cosas que destacan y se proponen. Es urgente hacer que resplandezca en nuestro tiempo la vida buena del Evangelio con el anuncio y el testimonio, y esto desde el interior mismo de la Iglesia. Porque, en esta perspectiva, es importante no olvidar un principio fundamental de todo evangelizador: no se puede anunciar a Cristo sin la Iglesia. Evangelizar nunca es un acto aislado, individual, privado, sino que es siempre eclesial. Pablo VI escribía que «Cuando el más humilde predicador, catequista o Pastor, en el lugar más apartado, predica el Evangelio, reúne su pequeña comunidad o administra un sacramento, aun cuando se encuentra solo, ejerce un acto de Iglesia», Este no actúa «por una misión que él se atribuye o por inspiración personal, sino en unión con la misión de la Iglesia y en su nombre» (Exhort, ap. Evangelii nuntiandi, 60).Y esto da fuerza a la misión y hace sentir a cada misionero y evangelizador que nunca está solo, que forma parte de un solo Cuerpo animado por el Espíritu Santo.

4. En nuestra época, la movilidad general y la facilidad de comunicación a través de los nuevos medios de comunicación han mezclado entre sí los pueblos, el conocimiento, las experiencias. Por motivos de trabajo familias enteras se trasladan de un continente a otro; los intercambios profesionales y culturales, así como el turismo y otros fenómenos análogos empujan a un gran movimiento de personas. A veces es difícil, incluso para las comunidades parroquiales, conocer de forma segura y profunda a quienes están de paso o a quienes viven de forma permanente en el territorio. Además, en áreas cada vez más grandes de las regiones tradicionalmente cristianas crece el número de los que son ajenos a la fe, indiferentes a la dimensión religiosa o animados por otras creencias. Por tanto, no es raro que algunos bautizados escojan estilos de vida que les alejan de la fe, convirtiéndolos en necesitados de una "nueva evangelización". A esto se suma el hecho de que a una gran parte de la humanidad todavía no le ha llegado la buena noticia de Jesucristo. Y que vivimos en una época de crisis que afecta a muchas áreas de la vida, no sólo la economía, las finanzas, la seguridad alimentaria, el medio ambiente, sino también la
del sentido profundo de la vida y los valores fundamentales que la animan. La convivencia humana está marcada por tensiones y conflictos que causan inseguridad y fatiga para encontrar el camino hacia una paz estable. En esta situación tan compleja, donde el horizonte del presente y del futuro parece estar cubierto por nubes amenazantes, se hace aún más urgente el llevar con valentía a todas las realidades, el Evangelio de Cristo, que es anuncio de esperanza, reconciliación, comunión, anuncio de la cercanía de Dios, de su misericordia, de su salvación, anuncio de que el poder del amor de Dios es capaz de vencer las tinieblas del mal y conducir hacia el camino del bien.
El hombre de nuestro tiempo necesita una luz fuerte que ilumine su camino y que sólo el encuentro con Cristo puede darle. ¡Traigamos a este mundo, a través de nuestro testimonio, con amor, la esperanza donada por la fe! La naturaleza misionera de la Iglesia no es proselitista, sino testimonio de vida que ilumina el camino, que trae esperanza y amor. La Iglesia - lo repito una vez más - no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo,
que han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegría, compartir el mensaje de salvación que el Señor nos ha dado. Es el Espíritu Santo quién guía a la Iglesia en este camino.

5. Quisiera animar a todos a ser portadores de la buena noticia de Cristo y estoy agradecido especialmente a los misioneros y misioneras, a los presbíteros fidei donum a los religiosos y religiosas y a los fieles laicos - cada vez más numerosos - que, acogiendo la llamada del Señor, dejan su patria para servir al Evangelio en tierras y culturas diferentes de las suyas. Pero también me gustaría subrayar que las mismas iglesias jóvenes están trabajando generosamente en el envío de misioneros a las iglesias que se encuentran en dificultad - no es raro que se trate de Iglesias de antigua cristiandad - llevando la frescura y el entusiasmo con que éstas viven la fe que renueva la vida y dona esperanza. Vivir en este aliento universal, respondiendo al mandato de Jesús «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones» (Mt. 28, 19) es una riqueza para cada una de las iglesias particulares, para cada comunidad, y donar misioneros y misioneras nunca es una pérdida sino una ganancia. Hago un llamamiento a todos aquellos que sienten la llamada a responder con generosidad a la voz del Espíritu Santo, según su estado de vida, y a no tener miedo de ser generosos con el Señor. Invito también a los obispos, las familias religiosas, las comunidades y todas las agregaciones cristianas a sostener, con visión de futuro y discernimiento atento, la llamada misionera ad gentes y a ayudar a las iglesias que necesitan sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos para fortalecer la comunidad cristiana. Y esta atención debe estar también presente entre las iglesias que forman parte de una misma Conferencia Episcopal o de una Región: es importante que las iglesias más ricas en vocaciones ayuden con generosidad a las que sufren de escasez. Al mismo tiempo exhorto a los misioneros y a las misioneras, especialmente los sacerdotes fidei donum y a los laicos, a vivir con alegría su precioso servicio en las iglesias a las que son destinados, y a llevar su alegría y su experiencia a las iglesias de las que proceden, recordando cómo Pablo y Bernabé, al final de su primer viaje misionero «contaron todo lo que Dios había hecho a través de ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles» (Hechos 14:27). Ellos pueden llegar a ser un camino hacia una especie de "restitución" de la fe, llevando la frescura de las Iglesias jóvenes, de modo que las Iglesias de antigua cristiandad redescubran el entusiasmo y la alegría de compartir la fe en un intercambio que enriquece mutuamente en el camino de seguimiento del Señor. era de cada bautizado y de cada comunidad, ya sea llamando a la necesidad de una formación misionera más profunda de todo el Pueblo de Dios, ya sea alimentando la sensibilidad de las comunidades cristianas a ofrecer su ayuda para favorecer la difusión del Evangelio en el mundo.

Por último, dirijo un pensamiento a los cristianos que, en diversas partes del mundo, se encuentran en dificultades para profesar abiertamente su fe y ver reconocido el derecho a vivirla con dignidad. Ellos son nuestros hermanos y hermanas, testigos valientes - aún más numerosos que los mártires de los primeros siglos - que soportan con perseverancia apostólica las diversas formas de persecución actuales. Muchos también arriesgan su vida para permanecer fieles al Evangelio de Cristo. Deseo asegurarles que me siento cercano en la oración a las personas, a las familias y a las comunidades que sufren violencia e intolerancia y les repito las palabras consoladoras de Jesús: «Confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33). Benedicto XVI exhortaba: «Que la Palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada» (2 Ts 3, 1): que este Año de la fe haga cada vez más fuerte la relación con Cristo, el Señor, pues sólo en él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero» (Carta Ap. Porta fidei, 15). Este es mi deseo para el Domingo Universal de Misiones de este año. Bendigo de corazón a los misioneros y misioneras y a todos los que acompañan y apoyan este compromiso fundamental de la Iglesia para que el anuncio del Evangelio pueda resonar en todos los rincones de la tierra, y nosotros, ministros del Evangelio y misioneros, experimentaremos "la dulce y confortadora alegría de evangelizar" (Pablo VI, Exhort. Ap. Evangelii nuntiandi, 80).

Papa Francisco Vaticano, 19 de mayo de 2013, Solemnidad de Pentecostés

14/10/2013

Mensaje del Papa Francisco Domingo Universal de Misiones (Dum)

 20 de Octubre de 2013
"Todos Misioneros y para todo el Mundo"

Queridos hermanos y hermanas,
este año celebramos Domingo Universal de Misiones mientras se clausura el Año de la fe, ocasión importante para fortalecer nuestra amistad con el Señor y nuestro camino como Iglesia que anuncia el Evangelio con valentía. En esta prospectiva, querría plantear algunas reflexiones.
1. La fe es un don precioso de Dios, el cual abre nuestra mente para que lo podamos conocer y amar, Él quiere relacionarse con nosotros para hacernos participes de su misma vida y hacer que la nuestra esté más llena de significado, que sea más buena, más bella. ¡Dios nos ama! Pero la fe, necesita ser acogida, es decir, necesita nuestra respuesta personal, el coraje de poner nuestra confianza en Dios, de vivir su amor, agradecidos por su infinita misericordia. Es un don que no se reserva sólo a unos pocos, sino que se ofrece a todos generosamente. ¡Todo el mundo debería poder experimentar la alegría de ser amados por Dios, el gozo de la salvación! Y es un don que no se puede conservar para uno mismo, sino que debe ser compartido. Si queremos guardarlo sólo para nosotros mismos, nos convertiremos en cristianos aislados, estériles y enfermos. El anuncio del Evangelio es parte del ser discípulos de Cristo y es un compromiso constante que anima toda la vida del la Iglesia.

«El impulso misionero es una señal clara de la madurez de una comunidad eclesial» (Benedicto XVI, Exhort. ap. Verbum Domini, 95). Toda comunidad es "adulta", cuando profesa la fe, la celebra con alegría en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla también a los "suburbios", especialmente a aquellos que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo. La fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, también se mide por la capacidad de comunicarla a los demás, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida.

2. El Año de la fe, a cincuenta años de distancia del inicio del Concilio Vaticano II, es un estímulo para que toda la Iglesia reciba una conciencia renovada de su presencia en el mundo contemporáneo, de su misión entre los pueblos y las naciones. La misionariedad no es sólo una cuestión de territorios geográficos, sino de pueblos, de culturas e individuos independientes, precisamente porque los "límites" de la fe no sólo atraviesan lugares y tradiciones humanas, sino el corazón de cada hombre y cada mujer. El Concilio Vaticano II destacó de manera especial como la tarea misionera, la tarea de ampliar los límites de la fe es un compromiso de todo bautizado y de todas las comunidades cristianas: «Viviendo el Pueblo de Dios en comunidades, sobre todo diocesanas y parroquiales, en las que de algún modo se hace visible, a ellas pertenece también dar testimonio de Cristo delante de las gentes» (Decr. Ad gentes, 37). Por tanto, se pide y se invita a toda comunidad a hacer propio el mandato confiado por Jesús a los Apóstoles de ser sus «testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8), no como un aspecto secundario de la vida cristiana, sino como un aspecto esencial: todos somos enviados por los senderos del mundo para caminar con uestros hermanos, profesando y dando testimonio de nuestra fe en Cristo y convirtiéndonos en anunciadores de su Evangelio. Invito a los Obispos, a los Sacerdotes, a los Consejos presbiterales y pastorales, a cada persona y grupo responsable en la Iglesia a dar relieve a la dimensión misionera en los programas pastorales y formativos, sintiendo que el propio compromiso apostólico no está completo si no contiene el propósito de "dar testimonio de Cristo ante las naciones", ante todos los pueblos. La misionariedad no es sólo una dimensión programática en la vida cristiana, sino también una dimensión
paradigmática que afecta a todos los aspectos de la vida cristiana.

3. A menudo, la obra de evangelización encuentra obstáculos no sólo fuera, sino dentro de la comunidad eclesial. A veces el fervor, la alegría, el coraje, la esperanza en anunciar a todos el mensaje de Cristo y ayudar a la gente de nuestro tiempo a encontrarlo son débiles;
en ocasiones todavía se piensa que llevar la verdad del Evangelio es violentar la libertad. Pablo VI usa palabras iluminadoras al respecto: «Sería... un error imponer cualquier cosa a la conciencia de nuestros hermanos. Pero proponer a esa conciencia la verdad evangélica y la salvación ofrecida por Jesucristo, con plena claridad y con absoluto respeto hacia las opciones libres que luego pueda hacer... es un homenaje a esta libertad» (Exhort, Ap. Evangelii nuntiandi, 80). Siempre debemos tener el valor y la alegría de proponer, con respeto, el encuentro con Cristo, de hacernos heraldos de su Evangelio, Jesús ha venido entre nosotros para mostrarnos el camino de la salvación, y nos ha confiado la misión de darlo a conocer a todos, hasta los confines de la tierra. Con frecuencia vemos que son la violencia, la mentira, el error las cosas que destacan y se proponen. Es urgente hacer que resplandezca en nuestro tiempo la vida buena del Evangelio con el anuncio y el testimonio, y esto desde el interior mismo de la Iglesia. Porque, en esta perspectiva, es importante no olvidar un principio fundamental de todo evangelizador: no se puede anunciar a Cristo sin la Iglesia. Evangelizar nunca es un acto aislado, individual, privado, sino que es siempre eclesial. Pablo VI escribía que «Cuando el más humilde predicador, catequista o Pastor, en el lugar más apartado, predica el Evangelio, reúne su pequeña comunidad o administra un sacramento, aun cuando se encuentra solo, ejerce un acto de Iglesia», Este no actúa «por una misión que él se atribuye o por inspiración personal, sino en unión con la misión de la Iglesia y en su nombre» (Exhort, ap. Evangelii nuntiandi, 60).Y esto da fuerza a la misión y hace sentir a cada misionero y evangelizador que nunca está solo, que forma parte de un solo Cuerpo animado por el Espíritu Santo.

4. En nuestra época, la movilidad general y la facilidad de comunicación a través de los nuevos medios de comunicación han mezclado entre sí los pueblos, el conocimiento, las experiencias. Por motivos de trabajo familias enteras se trasladan de un continente a otro; los intercambios profesionales y culturales, así como el turismo y otros fenómenos análogos empujan a un gran movimiento de personas. A veces es difícil, incluso para las comunidades parroquiales, conocer de forma segura y profunda a quienes están de paso o a quienes viven de forma permanente en el territorio. Además, en áreas cada vez más grandes de las regiones tradicionalmente cristianas crece el número de los que son ajenos a la fe, indiferentes a la dimensión religiosa o animados por otras creencias. Por tanto, no es raro que algunos bautizados escojan estilos de vida que les alejan de la fe, convirtiéndolos en necesitados de una "nueva evangelización". A esto se suma el hecho de que a una gran parte de la humanidad todavía no le ha llegado la buena noticia de Jesucristo. Y que vivimos en una época de crisis que afecta a muchas áreas de la vida, no sólo la economía, las finanzas, la seguridad alimentaria, el medio ambiente, sino también la
del sentido profundo de la vida y los valores fundamentales que la animan. La convivencia humana está marcada por tensiones y conflictos que causan inseguridad y fatiga para encontrar el camino hacia una paz estable. En esta situación tan compleja, donde el horizonte del presente y del futuro parece estar cubierto por nubes amenazantes, se hace aún más urgente el llevar con valentía a todas las realidades, el Evangelio de Cristo, que es anuncio de esperanza, reconciliación, comunión, anuncio de la cercanía de Dios, de su misericordia, de su salvación, anuncio de que el poder del amor de Dios es capaz de vencer las tinieblas del mal y conducir hacia el camino del bien.
El hombre de nuestro tiempo necesita una luz fuerte que ilumine su camino y que sólo el encuentro con Cristo puede darle. ¡Traigamos a este mundo, a través de nuestro testimonio, con amor, la esperanza donada por la fe! La naturaleza misionera de la Iglesia no es proselitista, sino testimonio de vida que ilumina el camino, que trae esperanza y amor. La Iglesia - lo repito una vez más - no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo,
que han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegría, compartir el mensaje de salvación que el Señor nos ha dado. Es el Espíritu Santo quién guía a la Iglesia en este camino.

5. Quisiera animar a todos a ser portadores de la buena noticia de Cristo y estoy agradecido especialmente a los misioneros y misioneras, a los presbíteros fidei donum a los religiosos y religiosas y a los fieles laicos - cada vez más numerosos - que, acogiendo la llamada del Señor, dejan su patria para servir al Evangelio en tierras y culturas diferentes de las suyas. Pero también me gustaría subrayar que las mismas iglesias jóvenes están trabajando generosamente en el envío de misioneros a las iglesias que se encuentran en dificultad - no es raro que se trate de Iglesias de antigua cristiandad - llevando la frescura y el entusiasmo con que éstas viven la fe que renueva la vida y dona esperanza. Vivir en este aliento universal, respondiendo al mandato de Jesús «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones» (Mt. 28, 19) es una riqueza para cada una de las iglesias particulares, para cada comunidad, y donar misioneros y misioneras nunca es una pérdida sino una ganancia. Hago un llamamiento a todos aquellos que sienten la llamada a responder con generosidad a la voz del Espíritu Santo, según su estado de vida, y a no tener miedo de ser generosos con el Señor. Invito también a los obispos, las familias religiosas, las comunidades y todas las agregaciones cristianas a sostener, con visión de futuro y discernimiento atento, la llamada misionera ad gentes y a ayudar a las iglesias que necesitan sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos para fortalecer la comunidad cristiana. Y esta atención debe estar también presente entre las iglesias que forman parte de una misma Conferencia Episcopal o de una Región: es importante que las iglesias más ricas en vocaciones ayuden con generosidad a las que sufren de escasez. Al mismo tiempo exhorto a los misioneros y a las misioneras, especialmente los sacerdotes fidei donum y a los laicos, a vivir con alegría su precioso servicio en las iglesias a las que son destinados, y a llevar su alegría y su experiencia a las iglesias de las que proceden, recordando cómo Pablo y Bernabé, al final de su primer viaje misionero «contaron todo lo que Dios había hecho a través de ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles» (Hechos 14:27). Ellos pueden llegar a ser un camino hacia una especie de "restitución" de la fe, llevando la frescura de las Iglesias jóvenes, de modo que las Iglesias de antigua cristiandad redescubran el entusiasmo y la alegría de compartir la fe en un intercambio que enriquece mutuamente en el camino de seguimiento del Señor. era de cada bautizado y de cada comunidad, ya sea llamando a la necesidad de una formación misionera más profunda de todo el Pueblo de Dios, ya sea alimentando la sensibilidad de las comunidades cristianas a ofrecer su ayuda para favorecer la difusión del Evangelio en el mundo.

Por último, dirijo un pensamiento a los cristianos que, en diversas partes del mundo, se encuentran en dificultades para profesar abiertamente su fe y ver reconocido el derecho a vivirla con dignidad. Ellos son nuestros hermanos y hermanas, testigos valientes - aún más numerosos que los mártires de los primeros siglos - que soportan con perseverancia apostólica las diversas formas de persecución actuales. Muchos también arriesgan su vida para permanecer fieles al Evangelio de Cristo. Deseo asegurarles que me siento cercano en la oración a las personas, a las familias y a las comunidades que sufren violencia e intolerancia y les repito las palabras consoladoras de Jesús: «Confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33). Benedicto XVI exhortaba: «Que la Palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada» (2 Ts 3, 1): que este Año de la fe haga cada vez más fuerte la relación con Cristo, el Señor, pues sólo en él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero» (Carta Ap. Porta fidei, 15). Este es mi deseo para el Domingo Universal de Misiones de este año. Bendigo de corazón a los misioneros y misioneras y a todos los que acompañan y apoyan este compromiso fundamental de la Iglesia para que el anuncio del Evangelio pueda resonar en todos los rincones de la tierra, y nosotros, ministros del Evangelio y misioneros, experimentaremos "la dulce y confortadora alegría de evangelizar" (Pablo VI, Exhort. Ap. Evangelii nuntiandi, 80).

Papa Francisco Vaticano, 19 de mayo de 2013, Solemnidad de Pentecostés

18/10/2013

Primer Cabildo del Agua

Los días 10 y 11 de octubre se realizó el Primer Cabildo del Agua en las dependencias del ex Congreso Nacional, actividad organizada por la Coordinadora por la Defensa del Agua y La Vida, en la cual la Sociedad misionera de San Columbano, a través de la oficina de JPIC, tiene un rol protagónico. Este encuentro contó con la participación de organizaciones sociales, sindicales, gremiales y de pueblos originarios de diferentes puntos del país afectadas por conflictos en torno al vital elemento.
Este cabildo se inicio el día jueves 10 con una ceremonia liderada por el Obispo de Aysén Luis Infanti, en donde se juntaron las aguas de Chile traídas desde las comunidades por parte de los participantes. Posteriormente, durante todo el día, las comunidades dieron cuenta del estado actual de sus conflictos y se discutió abiertamente las diferentes estrategias a utilizar para recuperar el agua como bien común y para una gestión comunitaria y más democrática.
Entre las actividades más importantes de este cabildo podemos destacar el espacio de diálogo entre los dirigentes de comunidades en conflicto y algunos parlamentarios de las comisiones de recursos hídricos y de medioambiente de la Cámara de Diputados y el senador Horvarth.
Este espacio se inicio con la intervención de César Correa (coordinador de la oficina de JPIC Columbana) quien resumió las reflexiones del primer día de cabildo, las formas en que ha ido evolucionando la mirada a los conflictos por el agua desde las comunidades, y las formas de lucha que están llevando para su recuperación, incluyendo las demandas realizadas durante la Marcha por el Agua del 22 de Abril. Posteriormente tomo la palabra la diputada Cristina Girardi, quien hablando de la institucionalidad explicó que "muchas veces ésta ha mirado para el lado y no ha resguardado la esencia del recurso, coludiéndose con los grandes grupos económicos que concentran los derechos de agua", señalando que es muy importante hacer un frente común para realizar transformaciones importantes al código de aguas, y que la denominada agenda del agua sea compartida por toda la nación y tenga un rol importante en la sociedad.

Quien también participó fue la diputada Andrea Molina, afirmó que se debe crear una conciencia en que lo importante es privilegiar el uso del agua a las personas y no para el desarrollo industrial y comercial, reafirmando que este tema debe tener una importancia superior para los gobiernos, lo que se traduce en la evidente falta de fiscalización que hay en el país en esta materia.

A su vez, el senador Antonio Horvath, explicó parte del trabajo de la Comisión en relación al agua, donde se analizó la regionalización del recurso, donde serían las comunidades las que harían un manejo integrado de las cuencas para los distintos usos, tanto básicos, como de conservación, para actividades turísticas y energía.

De acuerdo a la información entregada por el la Coordinadora, entre las conclusiones finales de este encuentro se destaca que "existe un modelo de lucro y usura con el agua en el país que es una vergüenza, y es imperioso terminar con los instrumentos privatizadores de las aguas, para recuperarlas para las comunidades y los territorios", tal como lo señaló Rodrigo Mundaca, Secretario general del Movimiento por la Defensa del Agua, Protección de la Tierra y Respeto al Medio Ambiente, Modatima.

Por su parte María Paz Aedo de Chile Sustentable, presentó tres peticiones que los presente hicieron a los parlamentarios y parlamentarias: Recuperar del carácter público de las aguas; Que se consagren como bien común y derecho humano, y Sacar de la Comisión parlamentarios con conflictos de interés en el tema.

Este cabildo finalizo con un espacio de dialogo entre los participantes para definir estrategias comunes para seguir en la búsqueda de recuperar el agua como bien común y con la reafirmación por parte de los y las presentes de los 6 puntos solicitados a las autoridades durante la Marcha de abril (ver declaración anexa), agregando además la preocupación por la constante criminalización que están sufriendo las comunidades en conflicto por aguas, en especial los dirigentes de esas organizaciones.

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21/10/2013

12ª Encuentro Mapuches Católicos

Este domingo 20 de octubre, personas provenientes desde las distintas comunas de Santiago, así como algunas de Valparaíso y de Rengo se reunieron a celebrar el 12? encuentro de Mapuches Católicos en el parque del seminario del Verbo Divino en La Florida. Este encuentro lo organiza cada año la pastoral mapuche de Santiago.

El encuentro consiste básicamente en una gran reunión al estilo de los mapuche en donde cada familia lleva sus almuerzos y los disfruta en el parque, un tipo "Picnic", pero al estilo mapuche, es decir mucha comida, mucho mate, mucha conversación, mucho intercambio. Se renuevan amistades y entre todos se comparte, incluso la gente que llega sola y sin nada preparado es recibida por la comunidad y se siente como en familia.

Junto con este espacio de encuentro y compartir de alimentos, se realiza una misa muy singular que sintetiza el ritual católico con las formas tradicionales de celebrar del pueblo mapuche, decir con mucho Purrun (Baile) y trutrucas, cultrún, pifilcas y por sobre todo mucho afafan (gritos de aclamación) para darse fuerzas. Además la gran mayoría de los y las asistentes visten sus atuendos tradicionales. Las principales partes de la misa, incluidas las lecturas son en mapudungun y en castellano.

A pesar de que los Columbanos formalmente no pertenecemos hoy a la Pastoral Mapuche de Santiago, seguimos participando de este evento y apoyándolo pues en nuestras parroquias muchas personas son mapuches y participan de esta actividad, aunque muchas más aún les cuesta reconocer su identidad mapuche como nos dice la Lamngen María de Santo Tomas.

"Yo hace como 7 años que estoy luchando por esto ya que si vamos 100 personas a misa son 40 mapuche... pero a nuestras lamngenes (hermanas y hermanos) les da vergüenza." La verdad es que debo comunicarles a mis lamngenes que estoy luchando por dar a conocer a mi pueblo y no me cansaré hasta el día que me muera"

Para muchas y muchos de nuestros hermanos mapuches en las parroquias parece que hubiera una contradicción entre ser católico y ser mapuche sin embargo Delfina de San Matías en Puente alto cree que esto no es impedimento si no una forma de vivir la fe:

"Yo siento que mis hermanos se avergüenzan de su sangre si no participan en lo que les corre por las venas. Ser católico y mapuche se puede vivir igual porque yo llego a un mismo Dios yendo a la capilla como participando en ceremonia mapuche somos hijos de un mismo padre"

La lamngen Amelia quien ha sido muy activa en organizaciones mapuches en su comuna tampoco participaba como mapuche en su capilla, a pesar de reconocerse muy católica, sin embargo se ha ido integrando a las actividades de la pastoral en los últimos años y para ella esto ha sido un proceso muy importante unir estos 2 mundo que muchos ven como separados

"Yo soy bien católica y estos 2 años que empezado a participar en la pastoral me ha gustado tanto porque se habla en mapudungun, me siento tan orgullosa, me siento como que estoy mucho más cerca de Dios cuando escucho en mi propia lengua"

21/10/2013

Mons. Ricardo Ezzati comenta los 60 años de misión Columbana en Chile

Mons. Ezzati:"Me alegra y me admira [...] su capacidad de encarnarse en realidades a veces tan difíciles y tan llenas de desesperanza"

"Monseñor Ricardo Ezzati compartió la celebración de esta presencia misionera con la Eucaristía, que presidió el domingo 25 de noviembre en la capilla Santa Kateri, de la parroquia San Matías, en Puente Alto."


Domingo 25 de Noviembre del 2012

La Congregación de los Padres Columbanos tiene actualmente 25 sacerdotes y seis laicos misioneros desarrollando su carisma evangelizador desde Iquique hasta Osorno. Entre ellos chilenos, fijianos, indios, estadounidenses, australianos, coreanos y neozelandeses. El padre Álvaro Martínez, Superior para la región en Chile, explica que su congregación es misionera. "Originalmente fuimos formados para ir a Asia, pero por el comunismo en China nos fuimos expandiendo hasta llegar a América Latina, donde nos hemos insertado en los sectores más populares, los más desposeídos, donde creemos que Cristo nos llama. Hoy estamos desarrollando el trabajo pastoral comunitario junto con la preocupación por la tierra y la creación".

En la misa, celebrada bajo carpa al aire libre, participaron el ex vicario de la Zona del Maipo, padre Aldo Coda, el superior de los columbanos en Chile; el párroco de San Matías, padre William Lee, y casi la totalidad de los sacerdotes de esa congregación que trabaja en Chile. Además, centenares de feligreses de esa parroquia y de otras con presencia de los padres y misioneros columbanos.

La naturaleza de la Iglesia es ser misionera

Monseñor Ricardo Ezzati expresó que su labor en Chile es "una bendición de Dios. Me alegra y me admira la presencia de los misioneros columbanos en los lugares más pobres de nuestra arquidiócesis. Su capacidad de misión, su capacidad de encarnarse en realidades a veces tan difíciles y tan llenas de desesperanza, adonde llevan la esperanza que no engaña, que es Jesucristo y su Evangelio. Quiero expresar mi gratitud, la gratitud de la Iglesia en Santiago y la Iglesia en Chile, por la presencia misionera de tantos hermanos que han dejado su tierra, han dejado posesiones más cómodas para venir a compartir el Evangelio del Señor en medio de nosotros".

Agregó que la Iglesia tiene en su naturaleza la dimensión misionera, "una Iglesia que no se abre a la dimensión universal no es la verdadera Iglesia de Jesucristo", afirmó.

En su homilía, el Arzobispo de Santiago también se refirió a la Solemnidad de este domingo, Jesucristo, Rey del Universo, y precisó que este fiesta no significa dominación, poder como lo entiende el mundo, "sino que es amor que se entrega. Cristo reina desde la cruz, no con una corona de oro, sino con una corona de espinas y su ley no es una ley que se encarne en el poder sobre otros, sino en la ley de las Bienaventuranzas y en la ley del amor".

Durante el ofertorio, fue llevada hasta el altar una reliquia de san Columbano que trajeron los primeros misioneros que llegaron a Chile. Se trata de la única reliquia del santo presente en América Latina.

Después de la misa se desarrolló un acto artístico multinacional y una convivencia entre los presentes.

Fuente Departamento de Comunicaciones www.iglesiadesantiago.cl